Esferas de influencia versus esferas de seguridad
DIEGO NÚÑEZ. CATEDRÁTICO JUBILADO DE FILOSOFÍA
Martes, 14 de octubre 2025, 02:00
Jeffrey D. Sachs acaba de publicar un ensayo muy interesante sobre lo que él llama «esferas de seguridad» (Spheres of Security, Neutrality Studies, 2025). Sachs ... es profesor en la Universidad de Columbia, y ha sido director del Instituto de la Tierra de dicha Universidad entre 2002 y 2016. Ha ejercido como asesor especial de las Naciones Unidas en relación con los Objetivos del Milenio. En varias ocasiones, ha sido incluido por Time Magazin como una de las personas más influyentes del mundo. En la primavera de este año, dio en el Parlamento europeo una conferencia sobre la situación política internacional, que fue muy comentada. Hace unos días, se filtró que Macron le reconoció en una conversación telefónica que el origen del conflicto ucraniano estaba en la expansión de la OTAN. Precisamente, en la citada conferencia, a la que pude asistir, Sachs se quejó de que los dirigentes europeos dicen en privado una cosa, y en público, otra.
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En este ensayo, el profesor Sachs se propone reconceptualizar la noción colonialista tradicional de «esferas de interés o de influencia» y distinguirla de la noción de «esfera de seguridad». La segunda parte de la obra consiste en un intercambio de correos electrónicos entre Sachs y John J. Mearsheimer, profesor de la Universidad de Chicago y el representante más destacado en la actualidad de la escuela geopolítica realista. El interés primordial del ensayo de Sachs radica en que nos suministra conceptos que pueden resultar de gran rentabilidad analítica para afrontar los retos que el actual mundo multipolar nos plantea en el campo geopolítico. En la práctica, puede ayudar sin duda a gestionar la competencia entre las grandes potencias en unos momentos en que la Administración estadounidense ha sustituido el nombre de Departamento de Defensa por la versión decimonónica de Departamento de Guerra, y en el que muchos analistas hablan de un retorno a las antiguas zonas de influencia.
Pocos conceptos en la órbita de las relaciones internacionales son tan controvertidos como el de esfera de influencia. Desde los desmembramientos coloniales del siglo XIX hasta la división de Europa durante la Guerra Fría, las grandes potencias han reivindicado el derecho a intervenir en la política, la economía y los acuerdos de seguridad de sus vecinos. Sin embargo, este lenguaje tan familiar confunde dos nociones muy diferentes: la necesidad legítima de las grandes potencias de evitar un cerco hostil y su pretensión ilegítima de interferir en los asuntos internos de los Estados más débiles. La primera se describe como una esfera de seguridad, mientras que la segunda se define como una esfera de influencia. Reconocer esta diferencia va más allá de lo puramente semántico. La distinción entre esferas de influencia y esferas de seguridad supone una reconsideración de los límites de las grandes potencias. Asimismo, según Sachs, la línea política más adecuada que deben seguir los Estados más pequeños atrapados entre grandes potencias es la neutralidad. La neutralidad respeta las preocupaciones de seguridad de sus poderosos vecinos sin verse sometidos a la dominación ni a esferas de influencia. La neutralidad ofrece la solución más viable e históricamente comprobada a este problema. La declaración de neutralidad de Austria en 1955 permitió a la Unión Soviética retirar su ejército del suelo austriaco sin temer que esta retirada fuera seguida de una expansión de la OTAN hacia este territorio. Es bien conocido que a Austria le ha ido muy bien con esta decisión. De igual modo, una Ucrania neutral, soberana, democrática, pero comprometida a no albergar bases militares de la OTAN, respetaría el área de seguridad de Rusia, a la par que protegería a la Unión Europea de la eventual ampliación hacia el oeste de las armas rusas. Hasta aquí las ideas de Jeffrey D. Sachs.
El vocabulario moderno de seguridad indivisible, invocado a menudo por Rusia y China, cobra su significado pleno dentro del marco de la esfera de seguridad. La seguridad indivisible sostiene que un Estado no puede mejorar su propia seguridad a expensas de otro. Para Rusia, por ejemplo, la expansión de la OTAN hacia Ucrania y Georgia no se considera una ampliación inocente, sino que se contempla como una amenaza a su seguridad. La guerra de Ucrania habría que analizarla dentro de este enfoque genético, y no desde una perspectiva inmediatista, esto es, quedándose en el momento mismo de la invasión. De hecho, desde la desintegración de la Unión Soviética en 1991, lo que Rusia ha estado reclamando es una nueva arquitectura de seguridad europea. Es éste en el fondo el origen de todos los conflictos sobrevenidos posteriormente. Si no se reconoce la validez de esta reclamación rusa, es imposible avanzar hacia una paz duradera en Europa. Por su parte, Estados Unidos tiene el derecho legítimo de rechazar cualquier intromisión comparable en el hemisferio occidental, como ocurrió en la crisis de los misiles de Cuba de 1962.
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Establecer, pues, una neta distinción entre esferas de seguridad y esferas de influencia ofrece ventajas significativas: 1. Aclara la noción de legitimidad: las preocupaciones por la seguridad en las fronteras es legítima; la intromisión en los asuntos internos, no. 2. Promueve la estabilidad internacional: el respeto a la esfera de seguridad reduce la posibilidad de una guerra entre las grandes potencias. 3. Proporciona una base teórica para las negociaciones diplomáticas. La oportunidad para la diplomacia en la actualidad reside en legitimar la idea de esfera de seguridad, rechazando la idea de influencia. Es cada vez más urgente en la Unión Europea sustituir el belicismo por unas relaciones diplomáticas con Rusia. Tras el declive de los postulados de la escuela geopolítica hegemónica, la mayoría de los grandes autores se mueve dentro de los parámetros de la escuela geopolítica realista. Los dirigentes europeos deberían abandonar cuanto antes sus posturas ideológicas, totalmente inoperantes, y comenzar a caminar por la senda realista.
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