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Martes, 9 de enero 2018, 07:28
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Cuanto más se conoce del maltratador enviado a prisión por retener y poner en peligro la vida de sus dos hijos menores en Dos Hermanas, más inexplicable resulta que un juzgado de familia le permitiera el régimen de visitas. ¿Confía nuestro sistema judicial y policial demasiado en la suerte o en el espíritu de la Navidad? Qué horror, porque todos, jueces y policías que trataron al susodicho personaje, conocían unos antecedentes con los que al más confiado se le pondría los pelos de punta.
Para empezar, el tal Lebrón estaba condenado a 34 meses de cárcel por malos tratos a la madre de los niños y había una orden de alejamiento de ella. El Pacto estatal contra la Violencia de Género contempla entre sus más de 200 medidas la suspensión del régimen de visitas a maltratadores condenados, en este caso además con sentencia firme. Pregunta muy importante a jueces y policías: ¿Por qué no estaba en la cárcel un maltratador condenado y se le permite que esté con sus hijos una semana?
El susodicho no solo era un maltratador. Ha sido policía local, con cargo de oficial y mando sobre una docena de compañeros. En Alcalá de Guadaira se había hecho famoso por sus episodios de policía chulo y violento, disparando al aire y presumiendo de pistolón entre los vecinos a la primera de cambio. Tenía diagnosticadas depresiones y se conocía su problema con el alcohol. Pese a ello, Lebrón, que también era licenciado en Derecho, había logrado eludir la expulsión del cuerpo policial e incluso estando inactivo seguía cobrando su sueldo de agente. Pese a lo cual, los jueces fueron incapaces de obligarle a pagar la pensión alimenticia a los hijos en varias ocasiones.
Aún más: Pese a su estado depresivo y maníaco, logró convencer a un tribunal médico de estar en condiciones de seguir activo y, por tanto, con el pistolón a mano. Unos días después le fue retirada el arma tras un enfrentamiento con un guardia civil y dispararse en un pie. Pudo haber sido peor. Siempre pudo haber sido peor. Durante cinco años en los que estuvo sorteando órdenes de arresto y denuncias y utilizando su placa policial para saber dónde estaba su exmujer, supuestamente protegida por los servicios sociales de la Junta, siempre pudo haber sido peor.
Los niños contaron a su madre que en la última visita les quiso hacer fotos tendidos en el suelo con sangre. Al parecer quería asustar a la madre, pero todos los que hemos leído esta historia en los últimos días no hemos dejado de acordarnos del 'caso Bretón', del frío asesino de sus hijos. Este pasado jueves una jueza de Dos Hermanas lo envió por fin a prisión. Pero aquí no debe darse por cerrado con final feliz el caso. Hay demasiados errores imperdonables por el camino.
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