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La rotonda

Enfermos más seguros

Ángel Escalera

Málaga

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Martes, 29 de mayo 2018, 07:58

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Lo bueno de ponerse malo es que, salvo excepciones, que de todo hay en la viña del SAS, la asistencia que se ofrece a los pacientes es la adecuada. Pese a sus carencias y a sus demoras, que son muchas, la sanidad pública atiende a todo el mundo. Y eso hay que valorarlo. A nadie se le niega un tratamiento, por costoso que sea, siempre que lo prescribe un médico. Algo que no pueden decir, por ejemplo, en Estados Unidos, donde tanto tienes, tanto recibes. Si la póliza que se ha suscrito no cubre una prueba, una operación o una terapia, o el enfermo paga el importe, un dólar tras otro, o se queda sin la prestación. Como ese es otro problema y es a otros a los que les corresponde enmendarlo si así lo consideran oportuno, me centro en el SAS nuestro de cada día, que ha elaborado un plan para dotar de más seguridad a los pacientes cuando están en las urgencias de los hospitales y garantizar su inequívoca identificación. La medida tiene como finalidad incrementar la vigilancia y el control de los enfermos para evitar casos como el del hombre que sufrió un ictus en las urgencias del Hospital de Antequera, sin que nadie se diera cuenta, mientras esperaba los resultados de una prueba. El plan para potenciar la seguridad funciona ya en el Hospital Clínico Universitario y debe estar en marcha en el resto de centros hospitalarios públicos de Málaga este verano.

Entre los aspectos más llamativos de ese protocolo está que habrá un médico y un enfermero de referencia para cada paciente. En la teoría, eso está muy bien. Parece de cajón que un facultativo y un profesional de enfermería se responsabilicen, con nombres y apellidos, de cada usuario. Otra cuestión es que en la práctica, cuando las urgencias parezcan la Tribuna de los Pobres el Jueves Santo cuando pasa La Legión, ese cometido se pueda cumplir con todas las de ley. Como no hay que ponerse el parche antes de que salga la herida, démosles el beneficio de la duda a los ideólogos de la medida. Tiempo habrá de sacarles los colores si su planteamiento hace aguas. Indudablemente, es necesario que ningún paciente se pierda en las urgencias, que se le confunda con otro o que se le dé el alta por fuga cuando realmente lo que está es desmayado en una silla de plástico en la sala de espera sin que nadie le eche cuentas. Hay errores que nunca deberían suceder en un hospital, pero que ocurren mal que les pese a los que sufren las consecuencias. Para que el proyecto funcione bien, sería aconsejable un aumento de las plantillas en las urgencias, que ya se sabe que cuatro ojos ven más que dos.

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