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Enemigos íntimos

Héctor Barbotta

Marbella

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Jueves, 1 de noviembre 2018, 00:10

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La presente precampaña para las elecciones autonómicas en Andalucía se está desarrollando bajo una circunstancia hasta ahora inédita: en tres de las cuatro formaciones que concurren con aspiraciones ciertas de tener una representación de peso en la futura cámara autonómica sus candidatos no son ni remotamente del agrado de sus líderes nacionales.

Es sabido que Pablo Iglesias era un firme opositor a la fórmula que Teresa Rodríguez ha utilizado para acudir junto a Izquierda Unida a los comicios, una alianza que aparenta querer ir más allá de una mera convergencia electoral y que está en gran parte sustentada en la indisimulable sintonía personal y política entre la anticapitalista lideresa andaluza de la formación morada y el coordinador de Izquierda Unida, Antonio Maíllo. Se trata de una fórmula a la que los errejonistas se han sumado con entusiasmo no tanto por coincidencia ideológica o estratégica como por su necesidad de encontrar un espacio de supervivencia donde respirar ante la fiereza con la que los partidarios de Pablo Iglesias se emplean en su indisimulada intención de dejarlos sin aire. Como ya se sabe que en política los adversarios habitan en los otros partidos pero los enemigos acechan en el propio, seguramente sea muy osado aventurar que un eventual buen resultado de Adelante Andalucía vaya a ser celebrado por la dirección estatal de Podemos. Deslizándonse posiblemente de manera exagerada en la teoría conspiranoica hay hasta quien ha querido ver en la idiotez supremacista de Verstrynge contra los andaluces de la semana pasada una piedra lanzada por elevación por su alumno más aventajado en la Complutense contra el camino electoral de la alianza Teresa-Maíllo.

En el Partido Popular no ha habido fuego amigo, sino un mensaje acerca de dónde reside la autoridad que se envió mediante el sistema más contundente que se puede utilizar en un partido, la elaboración de las listas. El cerco se va cerrando y Juanma Moreno ya sabe que no habrá término medio: el candidato se comerá las uvas como presidente de la Junta de Andalucía o como militante de base.

En el PSOE, las divergencias de fondo y la falta de sintonía personal entre Pedro Sánchez y Susana Díaz son tan conocidas y evidentes que no es necesario dedicarles una línea más. Aún así, habría que analizar los motivos por los que el presidente del Gobierno tomó la inexplicable decisión de celebrar un Consejo de Ministros en Sevilla sin ningún contenido digno de mención que podría haber puesto a su candidata al pie de los caballos. ¿Simple ineptitud o aviso de que no cuenten con él para la campaña?

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