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Me sorprende la resistencia que tenemos ante lo diferente. Probablemente sea algo instintivo, un mecanismo de defensa del ser humano ante lo desconocido, pero no ... deja de llamarme la atención la energía que ponemos contra cuestiones que no nos perjudican lo más mínimo, que no recortan nuestros derechos y que, sin embargo, sí reconocen los de otros. Estoy hablando de medidas que a ti no te dañan, pero que mejoran la vida de la persona que tienes al lado. Siendo así, ¿qué lleva a algunos a discutir estos temas hasta el insulto como si fuera un ataque hacia ellos?
Me refiero, en concreto, al uso del pronombre neutro 'elle' para quien no se siente identificado ni como él ni como ella. Hace unos días lo reivindicaba en estas páginas Almudena Puyo, actriz trans no binarie que representó una obra de teatro en Málaga sobre identidad de género y transexualidad. Por petición expresa y por respeto a elle, todo el artículo estaba escrito en neutro. Y esa decisión generó cierta polémica entre los lectores. Porque es verdad que la RAE no admite esa fórmula y que usarla se entiende como una incorrección gramatical, pero todos sabemos que la lengua (y la sociedad) va muy por delante de las normas. Y eso nunca nos ha frenado para emplear términos recién inventados o anglicismos que estaban en la calle y que habría que esperar años a que se incluyeran en el diccionario oficial. Muchos aún ni siquiera lo están y aparecen a diario en la prensa. Aquí la oposición no viene por rigor lingüístico, el trasfondo tiene un cariz ideológico y es mucho más profundo.
Y ojo, no defiendo que de repente haya que usar el neutro siempre y en cualquier circunstancia, pero sí creo que hay que poner el debate sobre la mesa. Debemos estar abiertos y atentos a una realidad que tenemos delante y que pide ser reconocida, con todo el derecho del mundo. Y el lenguaje es un arma poderosísima para hacerla visible y darle su lugar; o para seguir silenciándola y hacer como que no existe. A lo largo de los años hemos evolucionado en la forma de escribir noticias sobre las mujeres (desterrando paternalismos y juicios de valor), sobre el colectivo LGTBi (dándoles voz con naturalidad) y sobre el drama de la violencia machista (ella no ha muerto, la han matado), y esto quizás sea la próxima evolución.
«Si alguien te está pidiendo un segundo de tu tiempo para poder sentirse como es en el mundo, para poder reafirmar su propia identidad, creo que no deberíamos pelearnos tantísimo y excusarnos en que es muy difícil. La gente aprende alemán y eso sí que es difícil», decía Almudena Puyo. La clave está en entender que el hecho de reconocer a elle no significa negar a él ni a ella. Nadie te obliga a usarlo, pero elle está en su derecho de pedirlo.
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