Electrocución con hidrolimpiadora

Cuidado con los accidentes domésticos. En Málaga, localizar amigos con Kärcher estuvo a punto de convertirse en una prioridad social, acaso superior a la conveniencia de amigos que tengan piscina. Estas máquinas de agua a presión estuvieron un tiempo agotadas, o así se decía, y luego cada una cuesta unos 100 euros (las hay más baratas) y a esa cifra hay que calcular variables como las ganas de ponerse o el número de veces que te planteas usarla a largo plazo. Por algún lado se descubre la fuga; la fractura por donde entra la luz. Hay empresas que están exprimiendo, pero bien, el precio de este aparato. De vez en cuando se escucha alguna funcionando en el barrio o se pasa un camioncito del Ayuntamiento. Poco se habla de la cantidad de agua que disparan y el gasto tan grande que representan. Hay quien piensa que Málaga va a tardar varios años en recuperar su nitidez, que tampoco es que haya sido nunca un pueblo blanco, pero antes de la calima todo tenía su color. La ciudad sigue llena de churretes, las comunidades tienen que hacer inversiones millonarias, las famosas derramas, y los amigos con piscina y con hidrolimpiadora, o la gloriosa combinación de ambas, amigas como Irma Soriano, descubren que el jardín también es un campo de batalla, la combinación de agua y electricidad, la temeridad de toda la cocina, la teoría de que podría explotar la olla exprés o las radiaciones del microondas que daban enfermedad y luego resulta que nunca fue peligroso. Desde luego no para apartarse tres metros del aparato ni hacerse un sombrero con papel de plata.

Soriano ha confesado que quiere volver a trabajar en los medios de comunicación, consciente de los peligros que entraña la vida doméstica: «Como se está peor es estando en casa, lo que hay que hacer es trabajar». Ojo también con el nivel eléctrico que hay en los platós. Alguna vez se ha electrocutado alguien en televisión. Los conciertos también han supuesto una escabechina de descargas y muchos músicos han muerto así. Siempre se decía que Rockberto de Tabletom se jugaba la vida cuando cantaba descalzo sobre el escenario, y no siempre en las mejores condiciones ni técnicas ni tecnohumanas de Rockberto, que ha sido siempre un superviviente, como Irma Soriano y como todos nosotros.