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El más acá

El turismo que nos ha tocado es muy vivo, pero podría ser peor

Pablo Aranda

Málaga

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Miércoles, 18 de julio 2018, 07:38

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Leo que han encontrado en su casa el cuerpo sin vida de un hombre en avanzado estado de descomposición. Un anciano de unos 60 años que podría llevar dos semanas muerto. Anciano de unos 60 años. Si a los 17 son niños y a los 60 ancianos la adultez se nos atraganta. Francisco Franco fue embalsamado y el buen embalsamador que lo embalsamó, el doctor Piga, confía en su buen estado. Hoy se cumplen 82 años del golpe de estado que nos llevó a una guerra y a la dictadura de Franco, que murió a los 82 años. El ataúd de Franco tiene una mirilla pero no para que pudiese mirar Franco sino para mirar a Franco desde fuera, qué espectáculo. El médico forense Piga ha indicado que seguramente está momificado. El incorrupto Franco tenía en su mesilla de noche la mano incorrupta de Santa Teresa, que ahora hemos sabido que además de escribir bien escribía cartas a un monje descalzo que fue perseguido y acogido finalmente por los monjes calzados. Admiro la literatura de Santa Teresa pero no quisiera tener su mano incorrupta junto a mi lecho, leche. Ahora la mano está en Ronda, como las cenizas de Orson Welles. En la Basílica de la Macarena de Sevilla está enterrado el general franquista Queipo de Llano, responsable de cincuenta mil fusilamientos en Sevilla durante el golpe de estado de hace hoy 82 años. Sus restos van a ser trasladados a un columbario.

Columbario no viene de Colón, Columbus en latín, sino de palomar. Colón, ya muerto, se lo montó mejor y fue enterrado en varios sitios. Valladolid, Santo Domingo, La Habana, Sevilla. No es que lo hicieran pedazos sino que su cadáver también salió viajero. La tumba definitiva es la de la catedral de Sevilla, aunque para asegurarnos hubo que abrirla y analizar los restos, pero restos restos. Cristóbal Colón murió a los 55 años, todo un anciano. Existe el turismo de tumbas. Darse un paseo por el cementerio inglés de Málaga y leer unas cuantas lápidas hace entender este tipo de turismo. El cementerio San Miguel también tiene cuerpos cargados de historia. Sin embargo el turismo que llega a nosotros está lleno de vida. Dos personas jóvenes aceptan casarse y antes de decirse que sí, que te quiero, se vienen con su pandilla a Málaga, cargados de penes de plástico gigantes y de ropas llamativas. ¿Por qué nos gusta tanto llamar la atención? ¿Hay que hacerse notar? Pasear por el centro los días señalados es complicado y cada vez hay más días señalados. Y cualquiera señala. El alcalde ha prometido luchar contra estas despedidas y la policía perseguirá elementos desagradables como estos penes que se pueden colar en nuestras pesadillas. Los turistas no pueden subirse sin camiseta al autobús, los de aquí tampoco. El sudor es personal e intrasnferible a no ser que haya consentimiento expreso. Los penes gigantes, lo mismo. Como decimos a menudo, no todo vale. Qué pesados.

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