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EL MAL EJEMPLO DEL EDIFICIO DE LA MUNDIAL

Repaso semanal ·

Javier Recio

Málaga

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Domingo, 5 de agosto 2018, 10:40

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Lo de La Mundial no tiene nombre. Y no porque se haya decidido demolerla para que se levante un hotel de Moneo, sino porque se ha tardado nada menos que casi tres lustros en tomar esta determinación. Todo lo relativo a este tema es un dislate. ¿Cómo es posible que se tarden 14 años en obtener una licencia de obras? ¿Con qué cara puede ir al exterior cualquier responsable municipal, empezando por el alcalde, vendiendo las excelencias de Málaga para invertir con este antecedente? Con La Mundial se ha errado el debate, que debería haber estado centrado en la calidad o no del proyecto de Moneo, y no en la valía de un edificio que nunca ha simbolizada nada en Málaga. El inmueble que albergaba la pensión nunca había destacado por nada en concreto. Ni para bien ni para mal. Hay muchos repartidos por la ciudad con características similares. Y éste en concreto estaba en muy malas condiciones. Por eso no hay que rasgarse las vestiduras por su demolición. Es más, el hotel se va a situar en la fachada de la ribera del Guadalmedina, donde no hay edificios similares al que se va a derruir, que está en la segunda línea, en Hoyo de Esparteros, donde por cierto también hay inmuebles de reciente creación. El skyline de la citada fachada es, digamos, difícil de ver, por no decir que es bastante fea. Por eso, en principio, tener un Moneo no parece una mala apuesta. Es legítimo que haya gente que defienda La Mundial, pero al final debe prevalecer la opinión de la mayoría, siempre que se ajuste a la ley, como es el caso. El problema es que siempre se hace demasiado ruido, sobre todo por parte de esos yihadistas del conservacionismo que no dudan en lanzar insidias y comportamientos de dudosa legalidad a los que defienden una opinión contraria. Estos detractores, que al final deben sentirse en su pelea como lobos solitarios (más que nada porque a la hora de la verdad se movilizan cuatro gatos), llegan a provocar la indecisión en los que tienen que tomar la medida. Y eso se traduce en dilaciones escandalosas. Es curioso que los que defienden a capa y espada el edificio diseñado por Eduardo Strachan quizá se hubieran opuesto, en nombre de ese conservacionismo, a la gran obra de este arquitecto malagueño, la calle Larios. No debe olvidarse que la que hoy es la gran joya de la corona malagueño se hizo a costa de derribar decenas de edificios que estaban en esa zona desde hacía varios siglos. Por cierto, ¿saben cuánto tiempo se tardó en idear, expropiar y levantar la calle Larios? Han acertado, el mismo que ha transcurrido en tramitarse los permisos para el edificio de Moneo, 14 años. Para qué seguir escribiendo.

La 'venganza de Don Paco' con Soraya

El apoyo del alcalde de Málaga a María Dolores de Cospedal y a Pablo Casado en las primarias del PP ha tenido diversas interpretaciones, muchas de las cuales se han enmarcado en la permanente guerra de guerrilla que mantiene con el presidente provincial de los populares, Elías Bendodo. O sea, que apostaba por el contrario del candidato del presidente de la Diputación. Sin embargo, ha podido pasar inadvertido un pequeño detalle que quizá haya guiado la conducta del primer edil malagueño. Una de las grandes decepciones de Francisco de la Torre fue que la Agencia Europea del Medicamento no viniera a Málaga, pese al empeño que tenía. Siempre ha culpado de ello a la Junta de Andalucía e incluso a los medios de comunicación. Eso, cara a la galería. Sin embargo, De la Torre, que no es ningún lego en este tipo de materias, sabe que fue el Gobierno el que decidió proponer a Barcelona como sede de este organismo internacional. ¿Y quién impulsó esta candidatura? Pues la persona que en ese momento estaba intentando reconducir sin éxito el problema catalán, que no era otra que la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría. El alcalde pudo entender que la candidata a las primarias del PP hizo daño a los intereses de la ciudad. Y ha tenido la oportunidad vengar esa afrenta, como ocurría en la genial obra de Pedro Muñoz Seca. Sin duda, más allá de que también le haya servido para mosquear a su compañero Bendodo, su acción pudo tener esta vez como objetivo a batir a Soraya. Y lo ha conseguido.

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