Del deporte de élite al día a día

Con la medicina regenerativa intentamos convertir ese miedo en esperanza. Es un concepto que a todos nos suena, pero que pocos saben con certeza lo que realmente significa. Y es extraordinariamente sencillo. Se trata simplemente de acelerar, de potenciar los mecanismos habituales de curación de nuestro cuerpo, aplicándolos a órganos o a tejidos que no son capaces de curarse a sí mismos. Hasta ahora se había usado esta tecnología en los deportistas de élite con gran éxito, acortando los tiempos de recuperación y regenerando lesiones muy complejas. Ahora la tenemos al alcance de cualquiera de nosotros.

Habitualmente la forma de enfrentarnos a estas enfermedades degenerativas era mediante la prevención o el tratamiento de los síntomas que se produjeran, asumiendo el daño causado a nuestros órganos sin poder modificarlo. Ahora, mediante la medicina regenerativa se trata de anticipar a los síntomas, diagnosticar la enfermedad en fases muy precoces, idealmente asintomáticas o con una mínima expresión, y tratarla de forma que devolvamos a los órganos su integridad y funcionamiento normal. Pongamos un ejemplo: podemos prevenir la aparición de la artrosis de rodilla fortaleciendo nuestra musculatura y evitando la sobrecarga articular. También podemos tratarla exitosamente cuando es ya muy avanzada mediante una prótesis, pero nunca será como tener nuestra propia articulación. La medicina regenerativa nos permite tratar la artrosis en estadios precoces y devolver a la articulación a su estado original. Permite poner el contador a cero y repetirlo tantas veces como sea necesario. No es ciencia ficción, es una realidad que ya está aquí y que va a evolucionar vertiginosamente en los próximos años.

La medicina regenerativa emplea tres herramientas que combina de distinta forma dependiendo del grado de degeneración de los tejidos: la terapia celular, que consiste el empleo de células madre capaces de sustituir las células dañadas; los factores de crecimiento, que son proteínas bioactivas que estimulan y regulan la cascada de procesos regeneradores, y finalmente los biomateriales, que serán el andamiaje sobre el cuál se producirá la regeneración. 

Existen células madre embrionarias y células madre adultas. El uso de células madre embrionarias suscita numerosos problemas éticos, mientras que el uso de las células madre adultas está universalmente aceptado. Las células madre adultas son las células de reserva que nuestro organismo guarda para emplearlas en caso de necesidad. En todos los órganos hay células madre, que se diferencian entre ellas tan sólo en el potencial para convertirse en células específicas de uno o de varios tejidos, hablándose de células unipotenciales o pluripotenciales según puedan dar origen a células de uno o de múltiples tejidos. Son células muy primitivas, capaces de multiplicarse indefinidamente una vez son activadas y de autorregenerarse, pero su reserva es limitada y disminuye con la edad. Los dos tipos más importantes de células madre adultas son las hematopoyéticas y las mesenquimales. Las primeras son las precursoras de las células de la sangre, mientras que las segundas pueden convertirse en células del aparato locomotor, del sistema nervioso, del corazón, de la piel y de la mayoría de los órganos internos.

La segunda herramienta de la medicina regenerativa son los factores de crecimiento que se tratan de proteínas secretadas por las células sanguíneas, sobre todo por las plaquetas, aunque no exclusivamente por ellas. En los tratamientos de medicina regenerativa simplemente amplificamos esta forma natural de estimular la regeneración y la llevamos a tejidos que no tienen la capacidad de producirla, generalmente porque tiene escaso aporte sanguíneo. 

El tercer pilar de la medicina regenerativa son los biomateriales, el soporte para que las células madre puedan multiplicarse y convertirse en células propias del tejido dañado. Actualmente es una de las parcelas que más investigación está generando, pues es la principal limitante para poder regenerar órganos completos. Disponemos de numerosos biomateriales comercializados en forma de membranas, geles, gránulos, pero sin duda el futuro será la bioimpresión en 3D para construir a medida la estructura de un órgano o tejido, que será colonizada por las células madres.

Como siempre ocurre con lo nuevo, y más aún si involucra a parcelas relacionadas con la salud, aparecen oportunistas sin escrúpulos que ofrecen tratamientos milagro con potenciales beneficios con escasa evidencia científica. La falta de información de los pacientes les permite entresacar información parcial de estudios serios y de tratamientos bien desarrollados para apoyar sus terapias fraudulentas. Estas prácticas perjudican a los tratamientos que se desarrollan basados en la evidencia científica al crearse desconfianza hacia terapias que son el futuro. Para conseguir que los beneficios de la medicina regenerativa sean una realidad los antes posible es primordial, por parte de los pacientes, confiar en profesionales de contrastada experiencia y solvente trayectoria profesional, por parte de los estamentos públicos fomentar la investigación como una prioridad y establecer las bases regulatorias que defiendan a los pacientes frente al fraude, y finalmente, por parte de las instituciones privadas que apuesten decididamente por la inversión en el desarrollo y comercialización de estas nuevas tecnologías.