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Si no le conocen aún, pronto le conocerán. Apenas tiene 18 años, todavía está en plena formación, pero Marcos Castilla es ya más que una promesa del piano. 'Talent show' al que se presenta, 'talent show' que gana. Lo hizo en 'Tierra de talento' de ... Canal Sur cuando solo tenía 15 años y lo ha vuelto a hacer ahora en 'El piano' de LaSexta. Esa es la cara visible del joven músico malagueño, la que llega a la audiencia y se traduce en aplausos y premios. Pero hay otra menos conocida, no tan vistosa, que desarrolla cada día durante horas de estudio en la Bard College Conservatory of Music de Nueva York. Allí cursa el primero de sus cinco años de carrera. Y este es el verdadero reto y la prueba que más cuesta, en todos los sentidos.
Marcos Castilla ejemplifica lo importante que es apostar por el talento joven en el momento adecuado. Y apostar no significa ofrecer escenarios a quien lo vale (que también), apostar significa invertir económicamente en alguien. Poner pasta hablando, nunca mejor dicho, en plata. Para que el joven malagueño pueda estudiar este año en Nueva York se han tenido que alinear las becas de la Fundación Málaga (Becas Talento), de la Fundación Teatral Antonio Banderas y de la Fundación Cultural Latin Grammy, además de la que le concede el propio conservatorio neoyorquino. Evidentemente hay que demostrar la valía, pero en la mayoría de los casos eso no es suficiente. Ninguna familia media puede asumir de su bolsillo unos gastos que rozan los 100.000 dólares al año, entre la matrícula y el mantenimiento. Es absolutamente inviable.
Las instituciones, públicas y privadas, tienen que estar ahí para llegar hasta donde la economía familiar no alcanza. Y, aunque algunas ya se han destacado en su apoyo a las jóvenes promesas, en este ámbito nunca sobran las ayudas. Porque luego todos sacamos pecho del malagueño que triunfa en el Carnegie Hall, del pianista que actúa como solista con la orquesta sinfónica de tal país o del guitarrista de la tierra que gira por Japón. Y porque, además, ese que un día fue un joven talento regresa en muchas ocasiones a casa con todo lo aprendido y con ganas de aportar. Como Jesús Reina, uno de los primeros becados por la Fundación Málaga en la Manhattan School of Music de Nueva York cuando era un crío, un violinista internacional que podría vivir en cualquier lugar del mundo, pero que hace unos años decidió volver, abrir una academia de alto rendimiento (Academia Galamian) y crear un festival de música de cámara (Málaga Clásica). Y el valor que eso tiene es incalculable.
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