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¿Hacia la Costa del Plomo?

Los chorizos de guante blanco y smoking, que los sigue habiendo, han evolucionado. La mayoría son foráneos provenientes de países europeos donde han pasado situaciones bélicas pero que les gusta pasar unas cortas vacaciones en esta zona y que además son de fácil gatillo

JAVIER TORRELLAS

Martes, 17 de diciembre 2019, 08:30

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Pim pam pum, estos son los rayos del sol que últimamente se dejan ver por la llamada Costa del Sol. Málaga, concretamente la zona de Marbella y sus alrededores, viene siendo en los últimos años foco de las noticias no más saludables y mucho menos folclóricas o del glamour de épocas pasadas. Las grandes fiestas que llenaban telediarios o noticieros, revistas del corazón y gacetillas comarcales han dejado paso a hechos mucho menos glamurosos y bastante más perjudiciales para la salud, por lo menos para algunos. Y es que vivir y morir en esa zona van unidos de la mano en un desgraciado paralelismo con la gran película de William Friedkin, 'Vivir y morir en Los Ángeles'. Quien no lo quiera ver, o es ciego o un ignorante o ambas cosas a la vez.

En el Ministerio del Interior, ¡ah claro!, en Madrid están quienes se supone lo dirige, las noticias provinciales deben de llegar con retraso o será que viven en las antípodas. Aunque mucho me temo que quienes deben de trasladar lo que realmente está ocurriendo con rigor y veracidad no lo hacen, que son nada más y nada menos que los responsables de la Policía Nacional y de la Guardia Civil porque, y a las pruebas me remito, lo que dan a conocer los medios de comunicación de poco o nada sirve. Todo está bien; no pasa nada, son hechos fortuitos, no hay conexiones de ninguna parte, son casos aislados. Oigan, a quién quieren engañar, porque a las personas que leen y escuchan las noticias, vecinos, amigos esto ya no les parece nada tan normal y anodino.

La Costa del Sol ya no es lo que era por mucho que lo quieran ocultar. Como la vida misma, las situaciones cambian, los tiempos, los modos y las formas marcan la diferencia. Los chorizos de guante blanco y smoking, que los sigue habiendo, han evolucionado. Ahora son fornidos, algunos elegantes, pero otros con muchas horas de gimnasio y la mayoría foráneos provenientes de países europeos donde han pasado situaciones bélicas pero que les gusta pasar unas cortas vacaciones en esta zona y que además son de fácil gatillo. Correosos y bregados en el arte de matar, organizados y fuertemente jerarquizados. Estos son los que los mandos policiales, repito Policía Nacional y Guardia Civil, según sus apreciaciones no tienen nada que ver entre ellos, son situaciones espontáneas.

Pues creo que no están muy acertados en lo que opinan y trasladan a sus responsables que leen los informes en cómodos sillones de las direcciones generales correspondientes y en el Ministerio del Interior. Los policías y guardias civiles que están a pie de calle, los que investigan estos tipos delincuenciales, los que patrullan las calles, carreteras y comarcas, los que se juegan la vida para evitar que los otros no se la quiten a nadie y a ellos tampoco, los que juraron y velan para mantener el mandato constitucional y judicial de salvar y proteger la vida de las personas, esos dicen que de eso nada y por varios motivos. Primero porque lo evidente es evidente: los muertos, los asesinados, son los que son y no por nada: hay un grave problema de delincuencia organizada: narcotráfico, tráfico de armas, blanqueo de dinero, extorsiones, secuestros. Eso es crimen organizado y jerarquizado puro y duro, lo demás es simplemente hacerse el loco, dejar pasar el muerto a otro, de vez en cuando unas detenciones y medallas al pecho, algunas pensionadas.

¿Qué pasa realmente? Pues que uno de los problemas radica en que para combatir esa lacra (aunque algunos, insisto, no le dan la importancia que realmente tiene) radica en el modelo policial, iré al grano. Desde la organización a la que pertenezco venimos denunciando y reclamando hace años que el sistema actual está obsoleto y no por una sola causa; no es fácil resumirlo pero daré unas pinceladas. Dos cuerpos estatales de policía, Guardia Civil y Policía Nacional, con prácticamente las mismas funciones, muchas veces se solapan, por lo tanto hay dualidad de funciones y competencias, entran a funcionar los celos profesionales y algunos ven peligrar las pecheras de sus uniformes sin alguna recompensa que desde luego no son los que se juegan la vida en el día a día, investigadores y patrulleros de seguridad ciudadana, se lo aseguro, sino los que luego hacen los informes para el ministro de turno.

La escasez de plantillas es alarmante, cubrir las vacantes (cuando se publican en la oferta de empleo público) sigue sin compensarse. La Guardia Civil, la cúpula con el director general actual a la cabeza magistrado, para más inri entretenido en recortar derechos laborales, sigue sin estar a la altura de los cambios sociales sobre todo por el ámbito territorial que depende. La España vaciada es un hecho palpable y tanto los guardias civiles como los ciudadanos deben acoplarse: hay que reducir todavía más el número de cuarteles con el fin de crear unidades grandes y operativas que en el día a día aporten sobre todo patrullas de seguridad ciudadana que den respuesta tanto a la llamada de un ciudadano como el poder reaccionar rápida y eficazmente ante una acción delictiva como los últimos asesinatos en la zona marbellí. Y aquí un ejemplo fácil de entender: la demarcación de Mijas, donde la seguridad ciudadana es competencia de la Guardia Civil, cubre una extensión de casi 150 kilómetros cuadrados, tiene 80.630 habitantes censados, si contamos la población flotante apaga y vámonos, pero cuenta con menos de la mitad de la plantilla que la comisaría de Fuengirola, que limita con Mijas, debiendo cubrir Policía Nacional de Fuengirola 10 kilómetros cuadrados pero con más del doble de efectivos y con 75.396 habitantes, 5.000 menos que Mijas. Si sumamos además los precarios medios que disponen todavía guardias civiles y policías, de la Costa del Sol a la Costa del Plomo queda un paso.

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