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JOSEMARI ALEMAN AMUNDARAIN
Constitución: 40 años y una encrucijada

Constitución: 40 años y una encrucijada

La tribuna ·

Hoy debemos denunciar a quienes ponen en cuestión los principios constitucionales que nos hacen libres e iguales, los valores que nos elevan y nos convierten en una sociedad avanzada, democrática y humana

daniel pérez morales

Sábado, 8 de diciembre 2018, 00:45

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En estos días hemos celebrado el cuadragésimo cumpleaños de nuestra Carta Magna, la Constitución de 1978. Y en esta ocasión lo hacemos en unos momentos de especial relevancia a nivel nacional y autonómico, cuando emergen nuevas fuerzas políticas que ponen en cuestión los valores constitucionales. Unos valores con los que durante los últimos 40 años hemos hecho una España más próspera, más justa, más libre, más igual en su diversidad.

La Constitución es la esencia de la democracia, un gran pacto que sirve para unir, para convivir y para integrar a identidades y a las personas: vivan donde vivan. Ese es el mensaje central sobre el que pivota nuestro Estado de derecho.

Al igual que el año pasado el discurso de las fuerzas políticas versaba sobre el racismo identitario de las fuerzas independentistas tras la crisis en Cataluña, hoy debemos denunciar a quienes ponen en cuestión los principios constitucionales que nos hacen libres e iguales, los valores que nos elevan y nos convierten en una sociedad avanzada, democrática y humana.

De igual modo, debemos mandar un mensaje claro a la ciudadanía: hay que acabar con esos odios irracionales, tanto de un lado como del otro, que no sirven para absolutamente nada, que destruyen nuestra sociedad y la polarizan creando situaciones perniciosas para la convivencia.

La unidad de España, de nuestro pueblo, de nuestra patria, la dictan unas normas básicas, no la dictan unos colores. Nuestro orgullo de ser español es el referido a ser un país que avance socialmente, no a ideas peregrinas de tiempos pretéritos que nunca fueron buenos.

No quiero dejar pasar esta ocasión para, en estos momentos de dificultad, poner en valor el Título Octavo de la Constitución, el referido a la Organización Territorial del Estado respecto a las Autonomías, en sus artículos 137, 138 y 139, esos que unos y otros quieren romper para acabar con aquello que pedimos los andaluces hace mucho tiempo: no ser menos que nadie. Me refiero obviamente a nuestra autonomía, a nuestra capacidad de autogobierno, refrendada en las Cortes Generales mediante un Estatuto de Autonomía con rango de Ley Orgánica, sobre el que hemos conquistado derechos y promulgado leyes. Lamento que en estos días los extremismos, sean de izquierdas o de derechas, abiertamente amenazan quebrar.

De igual modo, no podemos tolerar a quienes pretenden acabar con una norma tan básica de la Constitución como la igualdad, recogida a lo largo y ancho de nuestra Carta Magna. La implicación de todas las instituciones debe ser plena para acabar con la terrible lacra de la violencia de género que hoy, esa extrema derecha, intenta banalizar. El machismo mata y no puede ni debe ser tolerado, y quien no lo condene jamás tendrá cabida en esta sociedad por muchos votos que coseche.

Son momentos difíciles, por lo que nos equivocaríamos si pensáramos que no hay que hablar, parlamentar, sentarse a negociar y buscar acuerdos entre constitucionalistas. La solución no puede ser otra que esa, y debemos hacerlo con altura de miras, apostando por el bien mayor, que no es otro que garantizar el progreso, nunca el retroceso.

Conmemorar esta Constitución es celebrar los deberes y derechos de los españoles. Los deberes los tenemos claro, los derechos se deben seguir ejerciendo, pese a que sobre el papel la cuestión parece clara, a efectos reales y pragmáticos, queda mucho camino por recorrer.

Por eso, en esta semana tenemos mucho que celebrar, son 40 años donde nuestro país ha crecido extraordinariamente. No obstante, debemos asumir los retos del futuro con un espíritu de mejora, abogando por reformar nuestra Carta Magna para que nuestros derechos no sean papel mojado, no estén en entredicho, sino sean hechos. Para que nuestra Constitución sea abrazada por todos y todas.

Nos encontramos ante una encrucijada compleja y única en la historia de nuestra democracia, si sabemos asumir esta situación con audacia saldremos reforzados como sociedad; de lo contrario, aquello que hemos construido con ahínco en estos 40 años no habrá servido para nada y destruiremos el legado de un tiempo de concordia e ilusión por hacer de nuestro país un lugar mejor. No podemos permitirlo.

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