Chiquito ya tiene su semáforo
VOLTAJE ·
Dentro de poco, Chiquito podría tener su museoDespués de pasar unos días con la moral baja, la ciudad entera agradece que le cuenten un chiste, y si no es bueno, que esté ... bien contado. Ya se ha presentado el semáforo de Chiquito, homenaje a un personaje popular que alteró la forma de hablar de todo el país, precursor innato, que dota al humor de un surrealismo onírico que solo podía venir de este lugar en el que estamos, Málaga, que ahora le dedica este semáforo, pendiente de colocación.
Tendrán que elegir un lugar amplio ya desechada la idea de ponerlo en Tomás de Echevarría, que los primeros días, con tantos fans, habría parecido un cruce en el centro de Tokio. Algunos ya se veían cruzando la calle con los andares de Chiquito, pero hacer un semáforo de verdad habría salido caro. Su falta de homologación lo destina a ser pieza de arte callejero, un semáforo de carácter ornamental que emite unos sonidos un pelín toscos, acaso perturbadores, pero simpáticos: la escultura entera es para quedarse embelesado. Hay a quienes no les ha hecho mucha gracia el invento. Dicen que el dinero público no debe gastarse en chorradas. ¿Cómo que no, si precisamente es ahí, en lo superfluo, donde más felices somos? Es ahí, en lo que parece que a algunos les sobra, donde está la esencia; en este artilugio que demuestra que la Administración tiene atención por el detalle, planificando por unanimidad desde el mismo pleno, a propuesta de Unidas Podemos, este artefacto que de una manera objetiva está diseñado para hacer la vida más agradable. En peores cosas se gasta el dinero. Además, lo han construido en una escuela de FP y solo nos ha costado 1.000 euros (no se ha hablado de los derechos, que Chiquito para esta cuestión era muy suyo desde que se la intentaron colar con los Chiquititazos). Ahí están los semáforos igualitarios que puso Manuela Carmena en Madrid, que a algunos les pareció un gasto inútil y que siguen ahí, porque tienen buen fondo y porque a la gente les gusta, aunque me parece que hay gente a la que cada vez les gustan menos cosas.
El semáforo nos ha regalado una enorme campaña de publicidad. En todos los medios se habla de una nueva atracción para la ciudad y lo es, incluso para nosotros mismos. Chiquito ya tiene su semáforo. También tiene parque, escultura, grafiti, placas, medallas, piezas teatrales, una ruta no muy amplia porque era de lugares fijos y un alucinante retrato en el Chinitas, su restaurante. A Chiquito le faltan autoescuelas y teterías, como sí tiene Picasso, que si tuviera semáforo, sembraría el caos. Chiquito podría tener su museo, habría que rehabilitar su casa natal para crear un 'centro vivo', o mejor no, mejor no dar ideas, que aquí todo es posible.
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