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La semana que comenzamos o las próximas, en algunas localidades, en el afán por encajar fechas e intereses particulares, insertan a Don Carnal en medio de Doña Cuaresma. Aunque en algunos sitios, fieles a la tradición, hayan finalizado ya el Carnaval para dar paso al tiempo santo de la Cuaresma. De todo hay. Vaya usted a saber si, con el paso del tiempo, esa tendencia de mezclarlo todo será radiografía de la sociedad de los albores del siglo XXI que cabalga entre el cristianismo y el paganismo.

Uno, que en esto es clásico y amante de los tiempos, a la vez que ordenado, prefiere que el carnaval anteceda a la cuaresma. Desagrada que este tiempo religioso cristiano, de marcado acento penitencial, que prepara para la Semana Santa, se dé cita en paralelo con culos, tacones y disfraces soeces; que de todo hay en carnaval.

No siendo devotofan del carnaval, valoro el arte y la gracia; la capacidad terapéutica y profética de esta fiesta pagana. En Málaga y otras ciudades alegra que cada vez tenga más presencia en calles y barrios, porque las risas y el desenfado son buenas consejeras para vivir y sobrevivir. En definitiva, la alegría, siempre que sea de la buena, es necesaria compañera de vida; ahora, eso sí, alegría que sea expresión de algo más hondo; será cuando la alegría se tome de la mano de la cuaresma.

La Sagrada Escritura pide cambiar nuestro luto en danzas; porque Dios desea alegría: se trata de darse menos golpes de pecho y más darse a los demás. Esto genera alegría de la genuina, de la auténtica, de la sana; de la que brota del fondo del corazón. Sin embargo, se da la paradoja que exista quien dice tener mucha fe y a la hora de la verdad escupa con la lengua más que habla; olvida que una fe sin obras, es fe vana; hipocresía en toda regla.

Quizá por eso, sea bueno, a la luz de este matrimonio forzado que puede darse entre cuaresma y carnaval, reflexionar sobre la necesidad de rescatar la alegría; de cambiar nuestro luto en danza. Hay demasiada pena como para seguir abonando sufrimiento; hay demasiado dolor para continuar haciendo daño. Una manera sencilla de hacerlo es pasarlo bien a la salud de los chismosos; también sonreír y transmitir paz en carnaval o cuaresma; paz que sea fruto de la estabilidad emocional y espiritual.

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