Oferta de trabajo para la feria de Sevilla. El trabajo consiste en «elaborar masa», se exige carnet de manipulador de alimentos. Se pide también «actitud» ... y «ligereza», dedicación para nueve días seguidos de trabajo en jornadas laborales de casi doce horas diarias, de 15.30 a 3 de la mañana, aunque se especifica que el trabajador no podrá abandonar su puesto hasta que su zona de trabajo quede limpia. Sueldo: 450 euros. Pese a estas condiciones, en poco tiempo la oferta obtuvo más de 100 inscritos. Personas desesperadas que alimentan con su propia miseria la riqueza del otro.
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Algunos empresarios, los más feriantes, se han rebelado contra el sistema y se han planteado no abrir sus locales. La amenaza de los caseteros es una feria en sí misma, porque ejemplifica lo fácilmente manipulables que son algunas personas, y el daño que hace la desinformación, en especial en España, que es el único país de Europa que ha sufrido una huelga de empresarios del transporte por el precio de la gasolina. Los hosteleros consideran que la reforma laboral, que entró en vigor el 1 de abril, no permite el encaje de sus particulares condiciones de trabajo: jornadas de 12 a 16 horas durante una semana, todo de corrido, sin el pertinente descanso. Una situación que está prohibida por el Estatuto del Trabajador redactado en los años 80, con algunas excepciones, como pasa con los médicos y con el personal sanitario que soportan guardias de 24 horas sin descanso, y a veces hacen doblete, o triplete, y acaban reventados, pero luego tienen derecho a un descanso.
Lo que estos ruidosos empresarios pretenden no tiene que ver con la última reforma laboral, sino con su querencia natural a la explotación de los trabajadores. Cualquiera que haya tenido alguna experiencia profesional en ferias y en verbenas habrá podido comprobar la ligereza a la que se refería la oferta de trabajo del pobre panadero del primer párrafo, con trabajadores que no cotizan ni de lejos las horas que trabajan, o que directamente no están dados de alta en la Seguridad Social, y aquí hay fraude por el otro lado. Todo eso está cambiando, y quizá debamos asumir un ápice de resistencia. En cualquier caso, resulta patético contemplarlos en estos programas de televisión en los que toda información se convierte en un escándalo, soltando proclamas y reivindicaciones que parecen sacadas de otro siglo. Al menos, de antes de que al trabajador se le tratara con dignidad. Resulta sorprendente que no se les pase por la cabeza la posibilidad de contratar dos turnos. Ellos dicen que no encuentran profesionales. ¿Cómo van a encontrarlos con estas condiciones? En su última edición, antes de los dolores, la feria de Sevilla generó unos ingresos cercanos a los 900 millones de euros. Dinero tienen, pero no quieren compartir.
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