Benamarín, frontera medieval con Estepona
Siguiendo con los antiguos despoblados, denominados por Nicolás Cabrillana «pueblos desaparecidos», voy a analizar la alquería de Benamarín, Benimaurín o Vela Marín, que de estas ... diferentes formas aparece en las fuentes documentales. Deshabitada en una época imprecisa, quizás a mediados del siglo XV, estaba situada debajo de Fontanillas, intermedia entre Cortes, en término de Estepona, y Esteril en el de Marbella, junto al arroyo de su nombre que, para Martínez Enamorado, «se llama ahora de La Leche», uno de los tributarios del río Guadalmina. En el siglo XVII el portugués Pedro Texeira se refiere a ella en su informe sobre la costa: estaba detrás de la torre de Baños, «quedándose a las espaldas, cerca de legua y media, unas ruinas y vestigios de una antigua villa que se llamaba Benaviz», confundiendo su nombre con Benahavís acaso porque los topónimos se prestan a ello, pero la equivocación es manifiesta dado que esta nunca fue abandonada.
En 1490 uno de los hitos utilizados para la delimitación territorial de Benamarín era un corral de vacas al que llamaban el Canre, ubicado «como deciende a la mano izquierda y va por la boca del monte fasta volver al arroyo de Guadahacen que se dize de los Baños, viniendo por la loma fasta una cañada por do va el camino que va de la ciudad a Cortes y va a dar a una torrontera que dicen los moros Arijore Halarde», en el mismo río, que en castellano tradujeron por Barranco Verde. En el siglo XVIII aparece una descripción similar en la Executoria del Ayuntamiento de Istán, posiblemente extraída del documento anterior, dado el parecido: En el camino de Benahavís hay un corral de vacas donde se alzaba Benamaurín, cuyo término bajaba a mano izquierda hasta volver al río de «Guadalhaven, que se dice de los Baños».
Mahomad Abenayça, vecino de Cortes, aporta algunos datos sobre su localización: «desde la mar a Guadalfaci, va partiendo con Esteril y Benamarín, e de allí va el término partiendo con Estepona por Cabraçale», asentándose su núcleo urbano sobre un «vallecillo» rodeado de montañas de escasa altura. Esta pudo ser la frontera que separaba los distritos, o Tierras, de Estepona y Marbella.
Poco sabemos sobre sus habitantes ya que sólo hay constancia de tres mudéjares naturales de esta alquería: Atic, Aben Jamín y su alguacil, Benahalid. La falta de una nómina más extensa puede servir de justificación para confirmar que ya estaría deshabitada cuando se produjo la conquista. Casualmente, los repartimientos de Marbella ofrecen una información tangencial sobre el paisaje agrario, ya que gran parte de su superficie fue dividida en siete peonías de veinte aranzadas cada una, lo que en la actualidad equivaldría a 73.440 m2, para dotar a otros tantos pobladores, siendo a mi entender Pedro Sánchez Lobillo, el viejo, el menos agraciado en este reparto pues, además de lindar por lo alto y bajo con el monte, «cupole la alquería de Benamarín», lo que nos plantea la incógnita sobre qué podría hacer este hombre con un montón de casas derruidas cuando lo que perseguía era obtener tierras de labranza.
Algunos predios de Benamarín fueron vendidos por sus flamantes propietarios para regresar a sus lugares de origen con el dinero obtenido por la transacción. En 1495 se constata la venta de los terrenos más cercanos al señorío de Cifuentes a determinados apoderados del conde que, obcecado en conseguir el pleno ejercicio jurisdiccional que se le negaba, empezó a adquirir de forma compulsiva las tierras cercanas a su feudo a fin de ampliarlo y justificar su pretensión. Así, en abril de 1499, y ocultando la identidad del verdadero interesado, Mahomad el Pegri Çapatero, vecino de Benahavís, compró a la marbellí Catalina Caldera por 25 reales de peso de 30 maravedís cada uno, «un pedaço de tierras con dos morales e azeitunos e otros árboles que en ella están, que son e me cupieron por mi suerte e partición, que son en el trozo de Benamarín, que alinda con el río de Benahavís e de la otra parte con tierras de Santa Catalina», por entonces ermita de fray Guillermo «el ermitaño», y más tarde convertida en convento de la Santísima Trinidad.
Cifuentes no consiguió su objetivo, tampoco los Villegas ni sus sucesores. Lo cierto es que aún en el siglo XVIII se continuaba pleiteando por una franja de terreno en la que estaban insertas Benamarín y Esteril. El conde Luque luchaba por sus propiedades y Marbella, en una loable defensa de sus linderos, alegó que pertenecía a su dezmería desde tiempo inmemorial, «por lo cual es de presumir que, si alguna vez recayese la comisión de este deslinde en un vecino de Benahavís, se diría entonces que su dezmería abrazaba, no sólo lo ya declarado, sino también las de Ronda y Marbella».
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