Borrar

Autopsia a destiempo

JOSÉ ANDRÉS TORRES MORA

Domingo, 22 de julio 2018, 09:58

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Normalmente cuando un partido pierde las elecciones es el momento oportuno, aunque tardío, para preguntarse: ¿en qué fallamos? ¿por qué esta derrota? Y es ahí dónde surge toda la inventiva, toda la originalidad, toda la perspicacia analítica, de quienes explican las causas de los males que sufre el partido en cuestión y proponen las terapias y los terapeutas que lo sacarán de su postración. Eso en el mejor de los casos, es decir, en el caso de quienes tratan de ganar la dirección del partido en el congreso ulterior a la derrota. Porque, en el peor, es decir, en el caso de quienes ya están pensando en cambiar de caballo, de los adversarios ideológicos irreductibles, y de los simples cenizos, lo normal es que, en lugar de una terapia, propongan darle sepultura.

El pasado 1 de junio no hubo elecciones en España. Lo que ocurrió ese día es que el presidente Rajoy perdió la moción de censura que le había puesto el PSOE. El PP tiene el mismo número de diputados en el Congreso y la misma mayoría absoluta de senadores que tenía el 31 de mayo, los mismos que obtuvo en las últimas elecciones generales, en junio de 2016. Sin embargo, sus dirigentes, afiliados y entornos mediáticos y políticos en general, no han dejado de comportarse como si las hubieran perdido.

Y aunque en las últimas semanas hemos podido leer algunas autopsias a destiempo, resulta más práctico atenerse a los diagnósticos y los remedios. Dicen que el cerebro humano tiene una preferencia innata por las clasificaciones de tres elementos. De modo que, si me lo perdona la amable lectora, o lector, de estas líneas, clasificaré en tres las causas que he leído y escuchado sobre por qué el PP ha perdido el Gobierno, aunque lo más probable es que no sean ni tres, ni estas tres.

Una causa sería la pérdida de la autenticidad de principios y valores en la acción de gobierno, es decir, que los ministros y ministras del señor Rajoy no han sido lo bastante nacionalistas españoles y suficientemente de derechas. Otra explicación sería precisamente el déficit de explicación de su acción de gobierno. Y la tercera sería la corrupción. La señora Saénz de Santamaría y sus partidarios se decantarían por la segunda y, fundamentalmente, tercera causa, en tanto que el señor Casado representaría a quienes atribuyen la situación del PP a la primera y, en menor medida, a la segunda.

En mi modesta opinión tanto los resultados de las últimas elecciones generales para el PP, como el de la moción de censura, tienen que ver, principalmente, con su falta de respuesta adecuada al problema de la corrupción, y en particular, en su insistencia por mantener al señor Rajoy en la presidencia del Gobierno tras conocerse sus sms a Bárcenas. Esa parte de la terapia contra la corrupción ya está hecha, pero se la hemos tenido que hacer los demás. La elección del señor Casado responde, obviamente, a otro diagnóstico, y lleva al PP a dar un rodeo más largo para llegar al único sitio desde el que puede gobernar la España democrática: el diálogo, las concesiones mutuas y los acuerdos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios