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'Automastearse'

La rotonda ·

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Sábado, 15 de septiembre 2018, 09:38

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No que me hayas mentido; que ya no pueda creerte, eso me aterra». La frase del filósofo alemán Friedrich Nietzsche es lo que ya pesa sobre las espaldas de muchos de nuestros dirigentes políticos tras los aconteceres relacionados con la titulitis que llenan todos los espacios de los medios de comunicación patrios. El problema no es tanto mentir en una tesis por copiarla, que eso, parece, es habitual en no pocos por lo visto, o por conseguir títulos sin ningún valor en másteres regalados, no; el problema para el político no es que haya podido mentir, sino que a lo mejor ya nadie lo podrá creer, porque si uno es capaz de mentir en cosas tan sustancialmente básicas y propias como los estudios o un curriculum vitae, imaginen sólo por un instante en el resto de las cosas.

El problema es que nos estamos asentando en la mentira. Vamos, que mentir se ha ido convirtiendo casi en una virtud, y aquí daba lo mismo decir que tenías estudios de Derecho porque una vez pasaste por la puerta de la Facultad o que tienes siete masters en no se sabe bien qué sin haber terminado la ESO, lo que se disfraza en el CV con un «tras estudiar inicialmente en el colegio de la Señorita Pepis...». Lo gracioso es que eso, que todos lo sabemos, ha estallado, posiblemente por la influencia de las redes sociales, que, curiosamente, puede ser ya el mayor y mejor vehículo para mentir que jamás haya inventado la Humanidad.

Da pena ver lo que está pasando. Y da pena de que por ejemplo, con la gravísima situación que se vive en Cataluña, o el serio parón que comienza a sufrir nuestra economía, estemos discutiendo si tal o cual político plagió o no una tesis, o si hizo o no un máster, si fue al examen o le regalaron el aprobado, casos que están saliendo a la luz en cascada, hasta el punto de que uno ya tiene serias dudas de si alguien lo hizo en condiciones, porque vaya tela... La verdad es que en esta España nuestra saiempre gustó llenar las paredes de títulos que no sirven para nada. Es más, hoy con las herramientas que las nuevas aplicaciones tecnológicas cada uno, si quiere, puede 'automastearse' y realizarse al antojo el título correspondiente, eligiendo el color, la orla, el tipo de papel y la letra más chula que se encuentre.

Una feliz frase del que fuera rector de la UMA, Antonio Díez de los Ríos, («una facultad, cualquiera, tiene que enseñar a pensar, lo demás, si no se consigue esto, es imposible de alcanzar»), nos viene a decir que lo necesario es haber estudiado, conocer una materia, saber de qué va tu profesión, para qué sirve, y servir a los demás, pero para eso no basta un puñetero cuadro con un título, porque por muchos que tengas colgados en tu pared, si eres un 'baldao', tener tal o cual máster no te va a servir de nada. Ahora con lo extremistas que somos, y si no al tiempo, pasaremos de acumular masters y cursos a no hacer siquiera los que de verdad te sirvan para algo. Lo único bueno del tema es que al fin se nos quitará el sentido de culpa que los que nunca hicimos 'estudios extraordinarios' (sic) teníamos hasta ahora... Pero, no se confundan: el tema no está en los plagios o en los masters regalados, sino en que nos hemos instalado en la mentira.

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