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El auténtico poder

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Viernes, 19 de enero 2018, 07:57

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Hay muchas formas de apreciar la vida cuando la edad alcanza a discernir entre lo trivial y lo cardinal, pues vivir bien solo está al alcance de los elegidos que asocian esta idea a lo material frente a aquellos cuya única pretensión es disponer de lo imprescindible, no digamos los ascetas, que necesitan poco para sentirse a gusto. Los amantes de los coches calibran su bienestar en función del modelo que puedan adquirir, igual que otros ponen el acento en los metros cuadrados de la vivienda que puedan comprar; los hay, incluso, que contemplan la moda como ese lujo que anhelar. Pero si algo se ha universalizado en estos años es el interés por viajar de la mayoría de las familias: playa o montaña, cruceros o museos, avión o coche propio, según gustos y bolsillos. El turismo sostiene uno de los pilares que sustentan el bienestar de la sociedad española. Conocer mundo, aunque sea la provincia de al lado, es la ambición. Esa clase media mayoritaria surgida al albur del crecimiento económico, del desarrollo personal y de la progresión profesional, viaja una vez al año como mínimo a ese lugar soñado que imanta la ilusión y luego se desvanece como la neblina en día primaveral. Destino visto, olvidado y a por el siguiente.

Escribía ayer en SUR Pilar Martínez, al hilo de la inauguración de Fitur, que Andalucía adelanta dos años el reto de los 30 millones de turistas previstos para 2020. Aunque también se puede morir de éxito, este logro es para celebrarlo, en cuanto a la relevancia de un sector del que dependen miles de malagueños y que gracias a él se forma esa clase media que puede darse el gustazo de viajar a otros lugares e incluso poder comparar con lo que ofrecemos aquí. Con una marca universal como la Costa del Sol, una región única en el mundo en cuanto a diversidad y una ciudad como Málaga cuyo tirón internacional se ha labrado a fuego en la última década con la cultura como pretexto ideal, no se puede desprestigiar al turismo como hacen algunos de forma tan alegre y caprichosa.

Ahora, a golpe de 'click', surfeas por playas paradisiacas, vuelas en parapente, descubres asombrado las pirámides montado en camello, observas obras maestras en museos o navegas por uno de los ríos que atraviesan Europa creando arte a su alrededor. Hoy todo está en Internet, a tu servicio, para que lo utilices a tu conveniencia, ajustado a tus precios, a tus gustos culinarios o a tus caprichos puntuales. El poder hoy no radica en el dinero sino en elegir a tu antojo.

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