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Astados

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Martes, 3 de abril 2018, 07:58

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Un hombre de aparente buena salud ha muerto en Arcos de la Frontera tras ser corneado por un toro de nombre Trampero. No ha sido una muerte por accidente, como dice la edil de Seguridad del municipio, sino por el absurdo de una fiesta como las de Arcos y otros pueblos de Cádiz y de muchos otros lugares de España que replican los 'sanfermines' de Pamplona, correr delante de un astado por divertimento con grandes posibilidades de que te embista y te pegue una cornada y te mate.

Admite la concejala de Arcos que ponerse delante de un toro de 510 kilos de peso ya entraña peligro, pero que se trata de una tradición antigua que no se va a cambiar. Nadie les obliga a correr delante del toro. Argumenta que hay otras muchas diversiones que también entrañan peligro, como quien se va a esquiar a los Andes y un alud de nieve lo entierra. «Nadie ha pedido que se prohíban los deportes de montaña por eso», afirma.

Tanto empeño en poner sentido común a la sinrazón me deja estupefacta. Empecemos por el nombre de la fiesta: el Toro del Aleluya, llamado así para celebrar el final de la Semana Santa, es decir, la resurrección de Jesús, según la tradición cristiana. Resurrección, sí.

Es cierto que la tradición española de siglos atrás está llena de astados para celebrar y conmemorar, pero los tiempos son otros y hay otras muchas actividades con las que pasarlo bien incluso con dosis de adrenalina. La noria, por ejemplo, a mí me da mucha. Cada uno puede ser libre de ponerse en el peligro que quiera siempre que no implique el riesgo de otros, pero ¿con dinero público? La concejala saca pecho porque para que el toro Trampero (qué nombrecito) corra a sus anchas su ayuntamiento había previsto una gran dispositivo de seguridad, con hasta 120 agentes y un pequeño hospital de campaña, por si pasa algo. Más dosis de paradoja.

Y claro que pasa con un toro de 510 kilos pisándote el trasero. Lo más chocante son las crónicas de los eventos, en las que se relata que solo ha habido rasguños, contusiones y algún herido de poca seriedad en los pueblos vecinos de Arcos. Y más aún con las previas de las fiestas: «Sueltas de toros para poner broche de oro al Domingo de Resurrección».

Este es el país en que vivimos. Hacemos leyes protectoras de los animales, pero con excepciones, como la del toro. Y también nos olvidamos de proteger la especie que más ponemos en peligro, la de nosotros, los humanos. Francamente, alguna vez algún Gobierno valiente deberá poner un poco de cordura a todas estas fiestas de sueltas de toros que te corren o a los que persigues y matas por diversión. No es nada divertido.

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