Asaltando los sótanos
Iban a asaltar los cielos, y casi lo consiguen. Iban a dar el famoso sorpasso pero con lo que se dieron fue de bruces con ... la realidad. De aquel sueño con las estrellas se ven ahora alumbrando con una linterna los sótanos a los que los han relegado sus viejos compañeros. Podemos. La historia de esta formación es una metáfora del cainismo que siempre ha reinado en la izquierda. Pablo Iglesias se especializó en depuraciones. Y ahora sus representantes pueden hacer suyo el viejo y cruel dicho. Quien a hierro mata, a hierro muere.
Tanto Ione Belarra como Irene Montero se quejaron en voz alta de su salida del Gobierno. «Nos han echado». Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. La idílica pareja que en lo político ha sustituido a la que hasta hace poco formaron Iglesias y Montero. Se llaman en público Pedro, Yolanda. Porque se llevan bien, argumentan. No como otros. A Yolanda Díaz le falta poco para gritar, como en su momento hiciera Penélope Cruz: «¡Pedroooo, Pedrooo!». El poder une mucho. El poder es un pegamento que aglutina elementos extraños. Rubalcaba llamó Frankenstein a ese superglú de la política. En Podemos, sin embargo, para referirse a Yolanda no bucean en la fuentes de la novela gótica. Acuden a 'Macbeth'. Concretamente se acuerdan de Lady Macbeth. El símbolo más alto de la traición. Porque, que Pedro Sánchez defenestre a las dos ex ministras de Podemos, hasta cierto punto lo pueden ver lógico. Pero, ¿Yolanda? ¿La designada por el dedo de Iglesias? mimos
Yolanda Díaz se sacude de encima la monserga shakespeariana. Le va más el vodevil. Se vio en su visita a Puigdemont en Bélgica. Risas y arrumacos. Lo normal entre una vicepresidenta de Gobierno y un prófugo de la justicia. También se le vio la inclinación a la comedia cuando confesaba al volante de un coche que Pablo Iglesias «solo» la designó vicepresidenta del Gobierno. Nada, una nimiedad. El vehículo que conduce ahora es una carroza dorada. Los compañeros de Podemos han sido apeados. Su misión: empujar el carro y callar. Tarea de palafreneros. Pero callar no es verbo que hayan practicado nunca Iglesias ni sus compañeras. Amagan con abandonar el grupo parlamentario y con ir a las elecciones europeas fuera del paraguas agujereado que para ellos es Sumar. El grupo es previsible que no lo abandonen. Cuestión financiera. A las elecciones de junio podrían ir como fuerza rival de Sumar e incluso con Iglesias de nuevo en primera línea. Cosas más raras han protagonizado la pasión morada. Las elecciones europeas significaron su irrupción en la política. Las próximas pueden jugársela a una carta. Resurrección o certificado de defunción.
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