Artistas doctorados en Rockonomía
José M. Domínguez Martínez
CATEDRÁTICO DE HACIENDA PÚBLICA DE LA UNIVERSIDAD DE MÁLAGA
Domingo, 18 de mayo 2025, 02:00
Hubo una época en la que el hit parade, la lista de éxitos musicales, era casi tan importante como la clasificación de la primera división ... de la liga de fútbol nacional. Hace un par de décadas, las ventas de álbumes eran la principal fuente de ingresos de los artistas musicales. Hoy día, el panorama es distinto. Las giras representan en torno a las tres cuartas partes de la contribución de la música al PIB y aportan la mayor parte de los ingresos de los artistas. Como hace algunos años apuntaba Alan Krueger, hay una desconexión fundamental en el núcleo del negocio de la música: la forma en la que los artistas obtienen el grueso de su renta difiere enormemente de la forma en la que la mayoría de los fans disfrutan de la música que los artistas crean. Así, frente a la omnipresencia de la música grabada en la vida cotidiana, las actuaciones en vivo son la principal fuente de renta.
El propio Krueger asoció este fenómeno a la 'teoría Bowie', ya que fue este artista quien anticipó el auge de las giras, destacando la importancia de tener algo único que vender además de la música grabada. El 'efecto Bowie' ha llegado a ser calificado por Andy Haldane, execonomista jefe del Banco de Inglaterra, como «una de las fuerzas económicas y sociales, además de musicales, más potentes del planeta».
Alan Krueger, a quien su prematura muerte, a la edad de 58 años, le privó probablemente de la concesión del Premio Nobel de Economía en 2021, escribió un pequeño tratado acerca del estudio económico de la industria musical, creando una especialidad a la que denominó 'Rockonomía'. Sostenía la tesis de que, para comprender y apreciar la música, se necesita comprender la Economía, en tanto que los economistas tienen también bastante que aprender de cómo los músicos se esfuerzan en desarrollar un vínculo emocional con sus audiencias, a menudo a expensas de sus ganancias a corto plazo. Y exponía que la lección más poderosa que aprendió a raíz de su contacto con el mundo de la música es que lo que impulsa a los artistas es su devoción por crear música y entretener, más que las expectativas de ganar una fortuna o un sustento.
Si David Bowie se distinguió por ser un visionario, otros artistas del momento se distinguen por aplicar pautas novedosas en el proceso de venta de entradas ('ticketing') de los espectáculos en vivo. La utilización de subastas cuenta con siglos de historia, y varios Premios Nobel de Economía se han concedido por aportaciones en este campo. Algunos economistas han concebido fórmulas para lograr beneficiar a los vendedores, a los compradores y a la sociedad en general. A este grupo de teóricos de las subastas se suma la popular cantante Taylor Swift, quien, según algunos analistas, aplica un plan maestro de venta de entradas, basado en una serie de principios innovadores, tales como la verificación de la condición de fan de la artista, las entradas de fidelidad, y las ventas escalonadas.
La utilización de estas últimas ('slow ticketing') permite aplicar, en cierta medida, un sistema de 'precios dinámicos', aquellos que pueden ser cambiados en tiempo real, en función de situaciones concretas y del estado de la demanda. Este tipo de precios suele causar irritación en los consumidores, y hay juristas y organismos supervisores que entienden que pueden violar las leyes de la competencia. Pero no faltan quienes consideran que hay casos en los que se hace un uso insuficiente de ellos. Cuando los precios no se ajustan en situaciones de exceso de demanda, se producen ineficiencias, se generan colas y son los revendedores los que salen ganando.
Según diversos estudios, la existencia de un mercado de reventa perjudica a los fans en su conjunto. La vía más directa de acabar con la infravaloración de las entradas, en comparación con el mercado secundario, es llevar a cabo una subasta. Sin embargo, dadas las dificultades para organizarlas, y también algunos inconvenientes, apenas se utilizan. En cambio, la venta a 'fans verificados' es una opción cada vez más extendida, en la que Taylor Swift ha introducido algunos elementos adicionales. Así, la probabilidad de recibir un código que habilita para la compra de una entrada se multiplica si esa persona acredita una trayectoria de lealtad hacia la artista, mediante la compra de discos o de productos complementarios. Por otro lado, el slow ticketing permite aplicar un sistema de precios más dinámicos, en el que los precios varían según el momento de la compra. Gracias a estas innovaciones, puede reducirse el mercado secundario y capturarse parte de los ingresos que, de otro modo, irían a los operadores del mercado secundario o de reventa.
En suma, el negocio de la música tiene que aprender de las doctrinas económicas, pero también la Economía puede extraer instructivas enseñanzas del mundo de la música.
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