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Armas

FRANCISCO APAOLAZA

Jueves, 21 de marzo 2019, 00:05

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Vox va a proponer ir armados por la calle. Ojalá España armada de argumentos y de futuro. En este afán castrense intentarán cambiar la legislación para que cada español pueda tener en su casa, no ya un revólver, sino cien cañones por banda y el viento en popa a toda vela. Quizás esto de la popa no le parezca bien al candidato de Vox de Albacete, una persona tan preocupada por la homosexualidad que admite que si tuviera un hijo gay lo intentaría curar. No sabe que el amor no tiene cura.

El hombre no hace otra cosa en la vida que defender el hogar. La cuestión es saber cómo. En realidad, España ya es un país armado hasta las cachas con escopetas de caza. España es una gran canana y esto no lo hace más violento que otros países pues nadie entra en un colegio con una repetidora Benelli de siete tiros a organizar un ojeo de perdices, pese a que las casas estén llenas de armas. En época de pasa de la paloma, cuando la fiebre azul, hay más munición en un pueblo del Baztán que en todo Wisconsin. Hasta yo guardo una escopeta y es un objeto inigualable. Mi paralela de Víctor Sarasketa del año 60 es más bella que Durán i Lleida.

Claro que no debo utilizarla para más que la caza, quizá ya solo como un símbolo de la nostalgia por un monte que ya no sé si existe. Quizás yo ya tampoco exista. Yo tengo otras armas para defenderme. Disparar a un tipo sería un insulto para el tipo, pero también para la escopeta. Si entra alguien en mi casa de madrugada, yo le pongo a Isabel Celáa-Arlequino en rueda de prensa después del Consejo de Ministros y lo dejo seco.

Ayer cambió la estación. El año como un viaje. Siempre sucede el 21 de marzo, salvo este año en que pasó el 20. Las flores siempre son de un natural caprichoso. Ya está brotando la dama de noche y a la mimosa le han crecido unos brazos enormes, finos y lacios como de un espectro. A las diez y cincuenta y ocho minutos de ayer noche, cuando Torra pintaba animales de granja de amarillo como expresión freudiana de sus heroicidades fatuas, la primavera entraba por la ventana abierta de España como un ladrón perfumado de jazmines y armado de flores de azahar. Ojalá nadie le pusiera una pistola en la cabeza.

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