El día después de la matanza en el colegio en Estados Unidos, las acciones de las principales empresas fabricantes de armas aumentaron su valor en ... bolsa, igual que lo hace cualquier guerra o un atentado. Este dato es solo una muestra de cómo funciona la bolsa y de las fracturas en la moral que propone un mercado demasiado libre: hay personas o empresas que, en el sentido literal, pueden enriquecerse por el asesinato de, en este terrible caso, 19 niños y dos profesores; una de esas matanzas que ocurren en ese país de vez en cuando, con una frecuencia pasmosa, como si fueran terremotos, inundaciones o como si se tratara de cualquier otra catástrofe natural.
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Lo natural allí es poder comprarse una pistola. Es un derecho constitucional que a la vez amparan las leyes de cada uno de los estados, unos más flexibles que otros. En muchos hace falta un simple test psicotécnico o un certificado de penales. En otros, ni eso. Los menos ponen impedimentos para que al final la gente acabe fatigada, como ocurre aquí con tanto papeleo, pero la insistencia es mucha. Comprar un arma en Estados Unidos es cada vez más fácil, porque para los que están a favor, entre ellos esa extravagante Asociación del Rifle, aseguran que estos crímenes se resolverían de mejor manera si, por ejemplo, algún profesor del colegio hubiera llevado encima un revólver. Los disparos incitan otros disparos, como los perros que ladran cuando escuchan ladrar a otros perros. El miedo gobierna la sociedad. Otra catástrofe.
Cada vez que hay una matanza de este tipo salen políticos y famosos hablando del necesario control de armas y de la vergüenza nacional que supone su flexibilidad a la hora de hacerse con una. El asesino se compró su munición cuando cumplió 18, una edad a la que no le está permitido comprar alcohol. Hasta el presidente de Estados Unidos ha hecho declaraciones muy válidas en este sentido, pero luego la realidad es que allí esto sigue fluyendo. El orden se hace difícil allí donde ya está instalado el caos. Allí la dicotomía entre izquierda y derecha es más transversal, no tiene mucho sentido, por eso hay demócratas a favor de la libertad de tener armas y hay republicanos proclives a aumentar el control. También hay detrás un 'lobby' enorme y muy bien financiado. La mayoría de congresistas considera ese derecho algo intocable. Prohibir las armas se consideraría una medida impopular. A muchos americanos les encantan las armas. Su sueño se ha llevado a mucha gente por delante, niños. Ahora estoy sintiendo también miedo. Yo apenas he visto en mi vida más pistolas que las que llevan los policías. Hasta donde yo sé, nunca me han apuntado con una.
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