El domingo se apagó la luz para Antonio Escohotado. Murió en Ibiza, en la isla que llenó de fogonazos, a sus ochenta años vividos con ... intensidad, y terminados con agradecimiento y semanas de preparación. La isla era diferente a la de los 70, cuando se quedó a vivir allí después de un fin de semana, fundó la discoteca Amnesia -aunque siempre insiste que de aquel espíritu ya no queda nada- y empezó a traducir y a publicar con éxito. Aprovechó una estancia en la cárcel para escribir 'Historia general de las drogas', pidiendo para ello una celda de aislamiento a un alcaide asombrado ante semejante petición y convencido de que no duraría más de dos semanas. Pero lo hizo, porque era una de estas personas que vivía en un confinamiento teórico, convencido de que la ignorancia mata a más gente que la droga, y siempre a favor de la derogación inmediata de casi todas las formas de prohibición.
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Le empezamos a leer en la Universidad, aunque antes le había escuchado en el 'Alta suciedad' de Andrés Calamaro, en un discurso improvisado que le generó más derechos de autor que algunos de sus libros de filosofía. Antonio Escohotado era también su voz, que estaba nítida en 'La música contada', un cinefórum inventado por el periodista Héctor Márquez, diciendo, impresionado, «Aquí viene el LSD» en la mitad de la canción 'Hey, Jude' de los Beatles. La misma voz años después, pero todavía más profunda, en la Casa Brenan con Silvia Grijalba, y una llegada aparatosa con aires de rockero en el festival de literatura que organizo, en un escenario al aire libre con Ayanta Barilli y delante de unas 500 personas, en su mayoría jóvenes, todos lo suficientemente inteligentes como para saber que no había nada mejor que pudieran estar haciendo a las dos de la madrugada de un viernes que escuchar al viejo 'Escota'. Aquel aterrizaje no fue sencillo; en esa época, como en todas, prefería pasarse un mínimo de 14 horas al día estudiando, aprendiendo y aprehendiendo, claro.
Fumaba muchos cigarrillos con esos filtros que decía que le habían salvado la vida, me gustó que un tipo de setenta y muchos todavía se refiriera a sus padres como papá y mamá. Ahora es un buen momento para volver a sus libros y a sus entrevistas, a sus intervenciones en programas de televisión a los que le invitaban para enseñarnos una postura diferente. Todo lo que viene de él contiene algún aprendizaje. Las palabras se corrompen al salir. En él, todo su pensamiento venía también modulado y dictado por una voz que se ha ido haciendo todavía más honda hasta el final.
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