Borrar

21 años

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Miércoles, 19 de diciembre 2018, 00:06

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La muerte otorga una relevancia imprevista a actos en principio insignificantes. La vida queda interrumpida y de repente ese último gesto, una conversación de cortesía, una llamada rutinaria, un mensaje de WhatsApp o una anotación apresurada en la lista de la compra adquieren la importancia oscura de los finales indeseados. Mientras se calzaba las zapatillas para salir a correr, Laura Luelmo no imaginaba que una ilustración propia sobre el 8 de marzo sería su último tuit. No había vuelto a publicar nada más, como si el tiempo se hubiera detenido en aquella reivindicación, y ahora ese signo femenino al que vistió con lunares que duelen como zarpazos se ha convertido en su legado. Encontraron el cuerpo de Laura el mismo día que, 21 años atrás, Ana Orantes fue quemada hasta la muerte por su marido. Ni siquiera dos décadas de asesinatos, uno tras otro, como aldabonazos sobre una conciencia colectiva que no termina de reaccionar, han servido para ponernos de acuerdo. Tampoco para dotar de presupuesto suficiente a una ley que reconoce la violencia machista como un problema tentacular, con raíces profundas que conducen a nuestra propia educación, aunque no sea fácil escarbar ahí.

Vox, el partido al que desde hace semanas todos prestamos la atención que acapara cualquier invitado inesperado, sobre todo cuando llega haciendo ruido, propone derogar la ley en favor de otra menos concreta, más populista, que también proteja a los hombres, pero a nosotros no nos matan por ser hombres ni sentimos miedo al pasear solos de noche. No conozco a ningún colega a quien le hayan hecho sentirse intimidado a base de miradas y comentarios sobre su físico ni tengo constancia de que haya consejos de administración formados únicamente por mujeres. Cuando voy a museos o bibliotecas no detecto la ausencia de pintores o escritores al comprobar la titularidad de las obras. Tengo, sin embargo, amigas a quienes han echado de su trabajo por quedarse embarazadas, compañeras que recibieron comentarios machistas de algún profesor endiosado y varias antologías cuyos coordinadores deben de ser alérgicos a las poetas, que no poetisas. Resulta tentador, antes de cuestionar nuestra propia cultura, echar balones fuera y creer que es cosa de inmigrantes, considerar alarmistas y desproporcionados los enfoques más radicales y aferrarse a las denuncias falsas como a una tabla capaz de salvar la falta de otros argumentos, pero parece imposible combatir la desigualdad dando un paso adelante y dos hacia atrás, maquillando este enorme fracaso como sociedad.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios