Camino de la Universidad cruzo Cristo de la Epidemia a primera hora de la tarde. No hace mucho la calle tenía tal tráfico de coches ... y gente que era imposible ver los locales de una acera desde la otra. Hoy empiezan a sobrar los semáforos. Esta calle antaño marcaba el pulso de la Málaga más castiza. Eje de barrio con arraigo de aquellos que prefirieron trepar al monte del Seminario antes que cruzar el río y distanciarse de sus calles de siempre.
Calle Victoria, Cervantes en la Malagueta, o la misma Armengual de la Mota eran calles que como Cristo de la Epidemia no necesitaban farolas pues sus escaparates inundaban de luz sus aceras. Hoy, en la mayor parte de ellas, queda una de cada cuatro tiendas de aquellas.
El alquiler vacacional no solo dispara al interior de la convivencia de muchas comunidades, también dispara a las aceras. Al haber menos viviendas de barrio se necesitan menos latas de conserva, menos tintes y menos ferreterías. Resulta que los locales antes abiertos como comercios, día a día, de nueve a nueve, son ahora más productivos para dormitorio del trasnoche ¿Y cuántos restaurantes puede consumir al mes un contribuyente medio? El centro y sus barrios de borde «se gentrifican». Están muy animadas las calles en lnstagram pero baja poco caudal por Cristo de la Epidemia. El comercio se va y las aceras se apagan de tiendas.
Una vez más el cine nos pone frente a nuestra realidad. En 1984 de Orwell, el Ministerio de la Verdad trabaja para prohibir palabras del diccionario. Esto era Ciencia Ficción hasta ahora. Mientras tanto en la ciudad de Minority Report, un holograma de persona saluda a Tom Cruise cuando va de tienda en tienda.
Aunque soñamos con una ciudad polinuclear para el mañana, de la ciudad histórica y concéntrica estamos mutando a una ciudad difusa. Éste modelo de ciudad consiste en que, aunque sigamos un mismo camino, desaparece a nuestro paso y vuelve a aparecer sin ley. Si lo que nos rodea, lo inmediato, queda sin gente, la ciudad desaparece aunque sigamos andando entre edificios vacíos.
No está claro que la ciudad que más vemos sea la que realmente vivimos. Vemos mas nuestras céntricas calles en los videos de watsap con los que nos saludamos que con nuestros propios ojos. Fantasma decimos de algo que parece y no es.
¿Quién vive en el centro de Málaga en realidad? Poco falta para que al entrar de noche nos reciban hologramas. Transitamos hoy por las calles de una ciudad que parece ser una cosa cuando su realidad ya es otra. La recorremos sí, pero cada vez menos a pie, cada vez más a través de nuestras pantallas. De video en video, de holograma en holograma, caminamos a través de algo que ya no es, puede que estemos empezando a habitar en una ciudad fantasma.
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