La calle sugiere bullicio, traqueteo, desorden en movimiento. Carretería suena a ruido. Es extraño nombre para una calle. Madrid se viste castizo con una calle ... Carretas. Muchas ciudades mantienen nombres en sus calles de antiguas carreteras, pero no tienen carreterías. Visitábamos Carretería casi siempre desde una cola, con los ojos puestos en la matrícula del de delante, con luces rojas guiando nuestra mirada entre sus dos fachadas en curva. A Carretería no se le ve el final, se la percibe siempre cerrada, desde su continuo «rodeando». Y si uno se decide a travesarla de uno a otro de sus dos lados no deja duda sobre su origen: borde de ciudad, ronda de muralla medieval.
Ha sido y es seña de identidad. Por eso quizá los malagueños hayan sido reticentes a sus obras y han seguido con lupa el devenir de su remodelación, de su nueva cara. Retiradas las vallas, vuelven los pasos a su calzada ahora limpia para caminarla de lado a lado sin resaltos. Aunque la calle ha quedado muy guapa, espectacular, parece haber perdido pulso. Ha perdido ese halo nervioso que tenía de lugar en tránsito, de espera rápida en segunda fila a la hora de «hacer un mandao». Al atravesarla, desde el volante, uno tomaba nota de bazares diversos, de tiendas de bicis y motos. También de curiosidades especializadas como una tienda de artículos de montaña y una singular tienda de marcos para cuadros.
Carretería suena a calle de todos y ha quedado restringida a unos pocos. Ponen cámaras para vigilar que no la atravesemos en coche, pero es paso fundamental para una ciudad cada vez más difícil desde el automóvil. Además de lugar de tránsito para el comercio especializado, ronda Carretería era válvula de escape de muchos ante el temido atasco del centro, ya fuera por imprevisto, por Feria o por la Navidad de las luces. Se ha cerrado al tráfico el único paso Oeste-Este que quedaba por debajo de Ciudad Jardín mientras en Muelle Heredia el atasco se hace diario. Gran idea un centro bajo en emisiones. Ahora bien, si para dejar libre de gases el centro, todo el parque móvil no público de Málaga tiene que duplicar el recorrido en cualquier desplazamiento, toca preguntarse: ¿no se estarán multiplicando las emisiones con el objetivo de bajarlas?
La ciudad es algo complejo, delicado. Hay que tener claro que hay que comprar a nuestros tenderos, si queremos luz por las aceras de nuestros barrios. No lloren más el café central, frecuenten cafés que quedan con solera y arraigo en la ciudad. Las franquicias de marcas no son el problema, lo es que no pueda sobrevivir el comercio de primera necesidad. Las viviendas se vuelven inasequibles para los hijos de nuestra ciudad y los que vienen no necesitan sus tiendas. Nuestra ciudad histórica, despampanante fachada a fachada, está siendo plano a plano, calle a calle, sustituida por otra, por otras personas que la consumen en vez de habitarla, que la viven con otras palabras, muy distintas de aquellas de aquel Chiquito de la calzada, el de la Calzada de Trinidad, al otro lado de Carretería.
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