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El aeropuerto ha perdido pasajeros en agosto por primera vez en nueve años. :: migue fernández
¿Se está agotando el petróleo de Málaga?

¿Se está agotando el petróleo de Málaga?

Repaso semanal ·

Javier Recio

Málaga

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Domingo, 16 de septiembre 2018, 09:56

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No hay que desdeñar las primeras señales de que algo está pasando en la Costa del Sol. Y algo que por desgracia no es precisamente bueno. Por primera vez en unos años se ha producido un frenazo. Los indicadores son negativos, por muchos paños calientes que se quieran poner desde las propias administraciones públicas. Y el turismo es algo muy serio, pues es la primera industria de la provincia. Por un lado, hay datos negativos en pernoctaciones. Y no se le puede echar la culpa de ello a la proliferación de las viviendas turísticas, porque el año pasado también existían en la misma medida y se produjeron incrementos de hasta un ocho por ciento en hoteles y apartamentos reglados. O sea, que por ahí no puede estar la causa de la caída. Los responsables públicos están lanzando el mantra de que se están recuperando los mercados competidores de Túnez, Turquía y Egipto, aunque este proceso ya se estaba dando también en años anteriores. No se recupera así, ipso facto, un mercado de un ejercicio para otro. Y el año pasado fue magnífico aquí, aunque no haya que desdeñar que algo pueda ocurrir en este sentido. Como también está ocurriendo 'algo' muy sospechoso con el tema de los aeropuertos andaluces. No es entendible que aquí se produzca un descenso de casi el 2,5% en agosto en Málaga, algo que no ocurría desde hacía nueve años, y ¡oh!, casualidad, el de Sevilla suba nada menos que un 25,8 %; el de Jerez, un diez por ciento, y el de Granada, un 25%. El aeródromo hispalense ha sobrepasado ya el medio millón de viajeros, aunque todavía se le podría considerar una pequeña sucursal del malagueño, que sobrepasó en agosto los dos millones de personas, cuatro veces más. Pero uno sube y el otro baja. Y en plena canícula, que no hay que ser un lince para aseverar que el calor es bastante más insoportable en la ribera del Guadalquivir que en la orilla del Mediterráneo. ¿Por qué pasa eso? ¿Quién está detrás de esa subida espectacular? ¿Quién está subvencionando la llegada de más aerolíneas a Sevilla? La Junta dice que no sabe nada del tema. Habrá que seguir investigando para detectar este fenómeno paranormal. El asunto del aeropuerto es especialmente grave, porque no es la primera vez que se sospecha que se quiere premiar a los aeródromos vecinos del malagueño para evitar su saturación. Como si no fuera posible una futura ampliación. Ahí está el caso de la ciudad aeroportuaria que quiere levantarse en Alhaurín de la Torre, a la que se le van poniendo diferentes piedrecitas desde la Junta para evitar su despegue definitivo. No se sabe muy bien si es para evitar que se cuelgue la medalla el regidor popular alhaurino o si por el contrario lo que se quiere evitar a toda costa es la construcción en sí de estas instalaciones, que sin duda sería una importante inyección económica y en materia de empleo para el área metropolitana malagueña. Pero no toda la culpa del frenazo turístico hay que buscarla en las instituciones. A lo mejor los hoteleros se tienen que mirar si sus precios siguen siendo competitivos. Toda la Costa del Sol no puede aspirar a ser un destino de lujo. No nos pongamos estupendos tampoco. Para eso está Marbella. No hay tanto rico para llenar todas las plazas hoteleras del litoral. Hay que apostar por el turista de clase media. Como hacen todos los países del mundo. Por eso, los precios deben ser competitivos y no subirlos alegremente. Hay que tener en cuenta además que la nueva economía salida de la crisis ha dejado a las familias con menos dinero en los bolsillos. O sea, que hay que ajustarse. También habría que analizar el impacto que puede tener entre los turistas la creciente y preocupante sucesión de ajustes de cuentas entre bandas de narcotraficantes, porque a la hora de la verdad la gente se queda con el ruido que provocan este tipo de sucesos. Y también hay que mirar eso de estar todo el día criticando a los turistas por lo que molestan y porque están cambiando la fisonomía de las ciudades, como si ellos decidieran eso. Si no te quieren en un sitio terminas por no ir. ¡Ojo! con todo lo que está pasando, que se puede agotar nuestro maná, el petróleo de la Costa. El sagrado turismo.

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