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Acercamiento entre EE UU e Irán

La Tribuna ·

La tensión en el Golfo Pérsico ha descendido en los últimos días. Varios países europeos confían en las gestiones que están realizando entre bambalinas los enviados especiales de Macron

JAVIER FERNÁNDEZ ARRIBAS

Viernes, 6 de septiembre 2019, 08:42

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La cumbre del G-7 de Biarritz tuvo como principal golpe de efecto de la diplomacia francesa, para mayor orgullo de su presidente Emmanuel Macron y su ambición de consolidarse como gran líder internacional, la opción de una reunión entre el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y el de Irán, Hasan Rohaní. Recordemos el aterrizaje sorpresa en la fantástica ciudad costera francesa del ministro de Asuntos Exteriores iraní, Mohamad Yavad Zarif, para entrevistarse con el propio Macron. La delegación norteamericana conocedora de la maniobra diplomática gala no puso objeción, pero se negó a mantener un contacto oficial. Algunos analistas plantearon que a un nivel de asesores sí pudo mantenerse algún contacto que pudiera servir para plantear como conclusión de la cumbre que Francia se comprometía a lograr una cumbre entre Trump y Rohaní en las semanas siguientes. Han pasado algunos días y se comprueba que cualquier progreso hacia una verdadera distensión tendría que superar la arrogancia y la falta de voluntad de Irán para poner fin a sus amenazas a la paz y la seguridad en la región. El baile de la negociación entre Estados Unidos e Irán acaba de comenzar, a todos los efectos prácticos.

Sin embargo, considerando la vacilación de los líderes estadounidenses e iraníes y las señales mixtas que enviaron en la cumbre del G7 en Francia, parece que ese baile será, en el mejor de los casos, un proceso tartamudo e impredecible.

Inicialmente, las expectativas de un avance parecían reales cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le dijo al mundo que sería realista ver una reunión entre él y el presidente iraní Hassan Rohani «en las próximas semanas». Rohani expresó su disposición a encontrarse. «Si sé que al reunirme con alguien se resolvería el problema de mi país, no dudaría porque el tema central son los intereses nacionales del país», dijo.

Cualesquiera que sean las razones, ya sea por la resistencia de los conservadores de Irán a cualquier acercamiento con el 'Gran Satanás' o la tentación de Teherán de extraer las máximas concesiones de los Estados Unidos, el optimismo temprano se evaporó rápidamente. Las posiciones oficiales y no oficiales de Irán daban más la impresión de una grave extralimitación que de una oferta inicial. Altos funcionarios iraníes dijeron a Reuters: «Queremos exportar 700.000 [barriles por día] de petróleo y que nos paguen en efectivo... y eso es solo para empezar».

Un segundo funcionario dijo: «El programa de misiles balísticos de Irán no puede y no será negociado» y Teherán quería mantener su «derecho a enriquecer uranio». Rohani lo resumió con una precondición general. Estaba listo para las conversaciones, dijo, «pero primero Estados Unidos debería actuar levantando todas las sanciones ilegales e injustas impuestas a Irán».

Como garantía para garantizar el compromiso del país de no construir una bomba nuclear, Rohani acaba de ofrecer una fatwa de 2003 emitida por el líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei. El 28 de agosto, el gobierno de Trump volvió a los negocios, continuando con su enfoque de «máxima presión» hacia Irán, anunciando la inclusión en la lista negra de grupos empresariales acusados de ser «proveedores del programa de misiles de Teherán y facilitadores de sus supuestas actividades de proliferación».

Antes de encaminarse, cualquier negociación entre Estados Unidos e Irán debería superar la aparente creencia de Teherán de que puede garantizar el levantamiento de las sanciones de Estados Unidos sin alterar el curso de sus políticas beligerantes. La tensión en el Golfo Pérsico ha descendido en los últimos días. Las declaraciones altisonantes que realizan tanto los iraníes como los norteamericanos provocan un efecto intermitente sobre las esperanzas que la comunidad internacional, de la mano de Macron, ha depositado en una cumbre directa que pueda despejar los elementos más alarmantes que podrían derivar en un enfrentamiento de consecuencias difícilmente calculables. Varios países europeos confían en las gestiones que está realizando entre bambalinas los enviados especiales del presidente francés, que de momento están logrando una discreción que todas las fuentes aseguran es uno de los principales objeticos a conseguir para lograr que se celebre la reunión. También Japón está realizando gestiones desde hace varios meses para intentar una distensión real que evita una fluctuación del precio del petróleo que tanto daño causaría a las economías de todo el mundo. En este caso, Estados Unidos ha cambiado radicalmente sus intereses porque no necesita el petróleo del Golfo porque se autoabastece con el fracking en su territorio. Pero sí es consciente de que, en este momento de inestabilidad mundial, un crudo más caro favorece las cuentas de Rusia y de sus aliados saudíes. Los europeos seríamos quienes pagaríamos el pato de una situación donde se dirime en gran parte quién es la potencia en una región donde el fiasco de Siria ha servido como duro escarmiento por las débiles posiciones occidentales. El acercamiento EE UU-Irán es posible pero muy complicado.

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