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LA TRIBUNA

Los populismos actuales no son ácratas

Los populismos actuales, sean de derechas o de izquierdas, se definen también como 'anti-sistemas', pero con un pie en los parlamentos y otro pie en la calle

FRANCISCO J. CARRILLO / ACADÉMICO CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS

Lunes, 16 de enero 2017, 09:23

El Mayo'68 en Francia me sorprendió en París haciendo un Master en Sociología en la Sorbona. Una 'rebelión estudiantil', cuyo detonador se encontraba en ... la universidad de Nanterre-París, llegó a paralizar todo el país. Un brillante estudiante, Daniel Cohn-Bendit, fue su cabeza visible (hasta hace poco tiempo, presidió el grupo de Los Verdes en el Parlamento Europeo). A él se unieron dos altos y muy jóvenes funcionarios franceses: Alain Geismar, de la prestigiosa École Polytechnique y Jacques Sauvageot. El contexto de aquellos años era muy diferente al actual. La sociedad francesa estaba dirigida por 'normas' muy rígidas creadas por una Administración muy centralista y en exceso burocratizada. Un destacado sociólogo liberal, Michel Crozier, acababa de escribir un libro con un título premonitorio: 'La sociedad bloqueada'. Un sistema potente de partidos políticos, sindicatos y patronal gobernaba el aparente equilibrio de una Francia que fue petrificada, durante un mes, por un 'movimiento estudiantil' que llegó a contaminar a trabajadores de fábricas, administración pública, mundo del espectáculo. Fue una 'rebelión antisistema', de carácter eminentemente anti-comunista y anti-partidos políticos. Cohn Bendit se inspiraba en teóricos de la vieja acracia rusa (no soviética precisamente). Un revulsivo importante se añade al Mayo'68 francés: la irrupción de la globalización que entra en contradicción con el nacionalismo francés, con sus elevadas dosis de proteccionismo y con una administración anquilosada. Los sindicatos, que en aquel entonces eran evidentes 'correas de transmisión' de los partidos políticos, negociaban con la patronal, dando estabilidad al gobierno y al Estado. Contra estas macro-estructuras se rebeló un 'movimiento estudiantil'. Fue el origen de los 'anti-sistemas' modernos. (Otra cosa muy diferente eran los movimientos estudiantiles de oposición al régimen comunista en Praga, Budapest y Varsovia, así como el movimiento estudiantil de los 'anticapitalistas' en la universidad americana de Berkeley, muy influido por el 'black power'). El método era el 'asambleísmo'; la consigna era 'prohibido prohibir'; los objetivos, -incluyendo una confusa solidaridad 'obrerista'-, desmontar el sistema y ofrecer un confuso modelo de 'sociedad sin clases ni poder', autorregulada por un sin número de 'asambleas'. El 'sistema' reaccionó y se reinstaló, integrando años después incluso al dirigente estudiantil Geismar como presidente de la Agencia de Energía Nuclear, a Sauvageot en el ministerio de Educación y Cohn Bendit se hizo ecologista de Los Verdes. Evidentemente doy unas referencias mínimas de síntesis. He de añadir que con un país paralizado durante un mes, con numerosos enfrentamientos en las calles y con las universidades cerradas, sólo se contabilizó un muerto por ajuste de cuentas. El prefecto (gobernador) de París actuó con suma inteligencia y fue valorado como uno de los grandes políticos franceses.

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