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VIENEN CURVAS

Hablemos de PISA

Ana Barreales

Lunes, 12 de diciembre 2016, 08:42

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No sé si ha sido más frustrante conocer los malos resultados del informe PISA o las explicaciones de la consejera de Educación, que daba la sensación de que había faltado a clase el día que se explicó el tema. Lo peor de todo es que después de escuchar a Adelaida de la Calle parecía que quedar los últimos era algo inevitable y que no había nada que hacer. Por una parte manifestó su sorpresa por el resultado (viniendo esas palabras de la máxima responsable de Educación ya es algo bastante malo) y su argumento principal era el bajo nivel socioeconómico de las familias de los centros analizados (peor que peor, cuando su misión es precisamente reducir esas diferencias).

Es verdad que hay otros indicadores, como el índice de lectura o de renta, en los que Andalucía también está a la cola. ¿Por qué iba a ser PISA diferente? Pero es que en esta última prueba ha retrocedido. Además, no tiene sentido quedarse en esa explicación y seguir como si nada, empeorando resultados.

Eso no quiere decir que los alumnos andaluces sepan menos que otros, ni tampoco que sepan más. Lo que significa es que a la hora de evaluar competencias o aplicar esos conocimientos, que es lo que básicamente mide el informe, está a la cola de España. ¿Por qué? Pues a juzgar por las palabras de la consejera habría que deducir algo muy sencillo: porque no se ha hecho nada por mejorar ese resultado, que no es lo mismo que decir que no se ha hecho nada por mejorar la educación, ya que se trata de un tipo de exámenes que muchos alumnos no están acostumbrados a hacer.

Explicaba el profesor de Didáctica de la Ciencia Ángel Blanco en estas páginas que las pruebas de PISA son caras y mejorar los resultados es una forma, pero no la única, de avanzar en educación. Y añadía, con razón, que lo que no se entiende es que si se decide estar en ese ranking no se haga nada específico para trabajar con los profesores en un tipo de enseñanza que permita mejorar.

El consejero de Castilla y León, la comunidad que obtiene mejores resultados, ha resumido bastante bien las claves de su éxito: una ratio de alumnos mucho más baja, manteniendo escuelas rurales en las que llega a haber hasta cuatro alumnos por profesor, algo imposible en Andalucía por las diferencias de población y densidad de una y otra. Pero el resto de las recetas son perfectamente aplicables, como reforzar materias troncales en las que se fija PISA y ser muy exigentes en la selección y formación del profesorado, con oposiciones en las que a veces se quedan plazas vacantes. Sin fómulas mágicas y mucho sentido común.

Los alumnos y los profesores andaluces no son peores que los de otras comunidades y tenemos medios para avanzar. El Informe PISA no es la solución a todos los males, pero si hasta ahora Andalucía ha decidido participar seamos consecuentes y cambiemos algo para mejorar. Si hay que estar se está, pero estar para suspender es tontería.

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