Porque el mundo es un pañuelo
Los máximos responsables de la construcción del nuevo Canal de Panamá dirigieron importantes obras de infraestructura en Málaga.-Manuel Manrique, un hombre feliz.
pedro luis gómez
Domingo, 29 de mayo 2016, 11:01
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pedro luis gómez
Domingo, 29 de mayo 2016, 11:01
Orgullo patrio. Esto sí que es Marca España de verdad, como el propio Alto Comisionado, Carlos Espinosa de los Monteros, reconocía el pasado lunes en su visita a las obras que el grupo Sacyr, presidido por un malagueño adoptivo como es Manuel Manrique, finaliza en estos días tras seis años de durísimo trabajo para la construcción del nuevo Canal de Panamá (ampliación como gusta decir a los panameños, pero en realidad el nuevo y el viejo coexistirán felizmente para el país iberoamericano, que verá ampliamente favorecida con ello su economía).
El nuevo Canal de Panamá ha sido la mayor obra de ingeniería de los últimos 100 años, a la que sólo se le acerca por magnitud e importancia el túnel del Canal de la Mancha. Y esa obra ha sido liderada y ejecutada, en tiempo récord además, por una empresa española, Sacyr, que ha capitaneado el Grupo Unidos por el Canal (GUPC), integrado además por Salini-Impregilo, Jan de Nul y Cusa, que han llevado a cabo, como refería Manrique, «un reto sin precedentes en la historia moderna de las infraestructuras». En esta faraónica obra han trabajado directamente diez empresas españolas, dos de ellas andaluzas, y de forma indirecta muchas más, entre ellas algunas pymes malagueñas que han realizado actuaciones muy concretas. Pero es que además, en todo este gigantesco proceso, los máximos responsables de la ampliación del Canal de Panamá han sido ejecutivos e ingenieros que en un momento u otro de sus vidas profesionales han estado muy relacionados con Málaga, hasta el punto de que los máximos directivos de la obra han vivido durante varios años en la capital de la Costa del Sol desarrollando su labor en las nuestras infraestructuras a lo largo de los últimos 35 años, comenzando por el propio presidente de la compañía, Manuel Manrique, quién tiene casa abierta en Málaga donde estuvo un buen puñado de años como delegado de Sacyr en Andalucía. «La importancia de Málaga hizo que la sede regional se instalara allí, y aunque mi decisión al principio pudo ser algo chocante, la verdad es que no me equivoqué en lo más mínimo», señala.
Además de Manrique, estrechamente vinculado a nuestra provincia, Javier Gayo, hoy ya prejubilado de su puesto ejecutivo en la referida empresa constructora, que además fue de los primeros en trasladarse a Panamá cuando se consiguió la adjudicación internacional, estuvo viviendo durante casi 9 años en Málaga para dirigir la construcción de la Ronda Oeste, la primera autovía de la capital, y la variante de Fuengirola, además de otras actuaciones de menor calado. «Aquellos años los encuerdo como algo maravilloso. Desde entonces Málaga es mi segunda casa y veraneo en Marbella... Mis hijos en aquellos tiempos eran pequeños y su educación fue malagueña», recuerda Gayo, quien resalta lo importante que ha sido para España este proyectó que ahora está en su recta final ya que se inaugurará el próximo día 26 de junio.
«Hay un buen número de técnicos y obreros cualificados malagueños trabajando en el Canal», explica Manuel Manrique quién no oculta su orgullo «como español, como ingeniero y como presidente de Sacyr por lo que se ha hecho».
El presidente del consorcio GUPC es el madrileño José Manuel Loureda, quien estuvo viviendo dos años en Málaga como máximo responsable de las obras de Las Pedrizas y de la Depuradora del Guadalhorce, quien recuerda sus reuniones con Celia Villalobos cuando era alcaldesa. Mientras, el granadino José Peláez, director del proyecto del nuevo Canal de Panamá, residió en Málaga durante varios años también ya que estuvo al frente de las obras de Las Pedrizas, junto a Loureda, en el año 97, y después se hizo cargo de La Viñuela-Río Gordo: «Yo fiché por Sacyr en Málaga cuando era delegado Manrique», recuerda. Por último, el jefe de la obra civil de la zona Atlántico del Canal es un extremeño llamado Fernando Domínguez, quien pese a su juventud tiene una gran experiencia, y que vivió ocho años en Málaga donde trabajó en puestos de responsabilidad en infraestructuras tan importantes para la ciudad y la provincia como el soterramiento del Ave, la estación Guadalmedina, la autopista de Las Pedrizas y la urbanización de Hacienda Paredes. Todos, ahora han sido grandes protagonistas de la mayor obra de ingeniería del siglo, el nuevo Canal de Panamá, y todos,además, mantienen una estrecha relación con Málaga, unos porque mantienen casa, otros porque lo eligen como lugar habitual de ocio, y otros porque simplemente les gusta volver cuando pueden a la tierra en la que vivieron por cuestiones de trabajo durante años. «Es la mejor ciudad del mundo para vivir, y ya conozco unos cuantos», añade Domínguez, quien tira de la memoria para recordar nombres y apellidos de malagueños que están trabajando aún en el Canal de Panamá.
En medio del orgullo y de la alegría por lo conseguido (hay que verlo para creerlo, porque la unión del Pacífico con el Atlántico a través del lago Gatun es grandiosa), Manuel Manrique no puede ocultar cierta tristeza porque «en nuestro país hay quien prefiere hablar de los problemas surgidos durante las obras por el desfase presupuestarios en vez de sacar pecho, que es lo que hay que hacer, porque lo que se ha realizado por parte de una empresa española es algo grandioso, que entrará en la historia de las obras más importantes de la Humanidad». Lleva razón Manrique, pero ya se sabe cómo somos en España. «Nadie en el mundo habría hecho lo que nosotros terminar las obras en el tiempo previsto, incluso menos (algo más de 6 años) sin llegar a un acuerdo presupuestario que será dirimido por los tribunales, pero ni siquiera lo dudamos. Y en España hay quien habla no de la obra, sino de sí vamos a ganar dinero o no... Ninguna obra de estas características, ni siquiera parecidas, no sufre una una desviación presupuestaria, y más con la complejidad de ésta», afirma.
Camino de Málaga, Manuel Manrique, que retornará en breve a Panamá para los actos oficiales de entrega de las obras, ofrece datos que dan una imagen clara de la magnitud de lo realizado: 12.000 trabajadores, con la logística de avituallamiento y desplazamiento que conlleva semejante volumen; cada mes se ha construido el equivalente a dos torres de Madrid, una en el Pacífico y otra en el Atlántico; con el hormigón utilizado se hubieran construido dos pirámides de Keops; con el hierro utilizado se habrían realizado 22 torres Eiffel; con el hormigón armado se habría hecho un muro de Berlín entre Madrid y Málaga, o que cada día se movían 40.000 toneladas de piedra... «Ha sido una gran historia de éxito. Que nadie lo dude. Hay que estar orgullosos y sacar pecho», afirma un eufórico Manuel Manrique que sabe que su empresa entra con todos los honores en la historia de las grandes obras del mundo y por la puerta grande. Ahora, Panamá a disfrutar de lo conseguido, con un ingreso diario añadido de entre 3 y 5 millones de dólares diarios, de los cuales el primero (1 millón de dólares) lo pagará un carguero chino que ha ganado la puja para tener el honor de inaugurar el nuevo Canal de Panamá, el 26-J (pensemos bien en la echa elegida por las autoridades panameñas porque la coincidencia con las elecciones privará de la asistencia al acto del Rey y del presidente del Gobierno), el mismo que ha sido construido por una consorcio liderado por España con unos máximos responsables que en su día lo fueron de las grandes obras de infraestructura de Málaga. El mundo es, y nunca mejor dicho, un pañuelo.
En este Domingo del Corpus, que sean felices, disfruten de la semana y servidor, con su permiso, lo vea. Sean felices.
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