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EL EXTRANJERO

Astoria

Ahora es un barco varado en medio de una ciudad que vive a otro ritmo

Antonio Soler

Jueves, 31 de marzo 2016, 09:36

Allí fuimos a ver capas y espadas, a descubrir el mundo, que entonces, como en la novela de Alegría, era ancho y ajeno. El parpadeo ... alucinado de los veinticuatro fotogramas por segundo. El cine Astoria era el lujo de segunda B, la modernidad trasnochada del último franquismo, el sueño más cercano. Ahora, lo que se ve ahí es neorrealismo italiano. Pero sin Rossellini. Si acaso, a veces se encuentra uno merodeando por sus alrededores con algún personaje que parece haber salido por la puerta trasera de una película de Federico Fellini. Una caricatura. También aquel viejo cine, el mejor del pueblo, se ha convertido en una caricatura. Ahora es un barco varado en medio de una ciudad que vive a otro ritmo, que se ha puesto la gola de los museos, que viaja a los 300 km/h. del Ave y que en materia de cine acude a los centros comerciales en busca de la cartelera múltiple o va al arte y ensayo en versión XXI del Albéniz. El inigualable Idígoras mete al Astoria en el género del terror vía Hitchcock y 'Psicosis'. El alcalde se defiende, aleja la cuestión del campo del miedo y nos dice que «el edificio del Astoria tiene una solidez máxima». Eso es lo que parece. Que la solidez del asunto es máxima. E insoluble.

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