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GOLPE DE DADOS

Relax

ALFREDO TAJÁN

Martes, 29 de diciembre 2015, 12:17

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'Museo del relax'; así se titula una muestra de compleja entidad que bajo la idea del artista Diego Santos, y la curaduría de la profesora y gestora cultural Tecla Lumbreras, puede verse estos días en las salas del Rectorado de Málaga, antiguo edificio de Correos. No es de extrañar que en el peregrinar de la belleza costasoleña, mítica ya para los ojos de muchos de nosotros, aparezcan los dones con los que se alimenta esta época, no tan distante, pero sí bien distinta, a la que hoy experimentamos, subastada a precio de especulación y rebaja conceptual. Lo que aquí se exhibe es todo lo contrario, y se desarrolló en otro tiempo y en otro lugar, un tiempo que engarzaba la consideración del viaje como iniciación y búsqueda en un territorio simbólico cuasi ignoto. No en vano, Paul Bowles escribe que la diferencia entre viajero y turista está en que el primero compra un billete de ida, nunca de vuelta, mientras el segundo piensa en retornar cuando todavía no ha llegado. Es sabido que nuestros originarios visitantes fueron recibidos con los brazos abiertos, lo que, en sí mismo, fijaba una postal empática en la retina del que venía buscando no se sabía el qué o a quiénes. En el fondo, hay un espejo en el que tendría que haberse mirado nuestro litoral costero, mirarse para definirse, y ese no podría haber sido otro que la Riviera francesa, cuyo heráldico azur (de ahí el tronío de la Costa Azul) también supo abrir los brazos, y además las piernas, a un universo decadente y hedónico con exquisitos hitos arquitectónicos públicos y mansiones privadas que aún hoy nos cortan el aliento desde Marsella hasta Génova, un mundo aparte que suavizó el talante de tantos talentos -músicos, poetas, pintores- que no cabrían en una página de este periódico. Hoy día no sé si nuestra Costa del Sol podría mirarse en la Costa Azul sin abochornarse un poco, y viceversa.

El 'Estilo del relax' se basa en una seductora interpretación de presencias estéticas demoradas en lo radical-chic; se trata de un refinamiento vacacional que se estableció en los albores de nuestra civilización turística y se expresó en todas y cada una de las facetas de lo cotidiano; desgraciadamente algunos edificios y muchos objetos se han perdido, pero otros han sido rescatados y se ofrecen en esta exposición. El fascinante relato se basa en dos exquisitas ediciones, la primera, del Colegio de Arquitectos de Málaga, publicada en los años ochenta, la segunda, dos tomos en caja entelada a cargo del OMAU -Observatorio del Medio Ambiente Urbano-, que vieron la luz, si no me equivoco, hará un par de años. Lo cierto es que el núcleo teórico inicial se debe al desaparecido catedrático de Arte Juan Antonio Ramírez, mientras que el relax expandido de la segunda época es más bien una construcción de Diego Santos, aunque sin apartarse del canon inicial. Quisiera recomendar a nuestros ciudadanos sin excepción, la visita al Museo del Relax, para dejarse atrapar por el embrujo de un tiempo ido en el que Jean Cocteau reinó en Marbella casi como Luis XIV en Versalles.

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