La guadaña de Susana
La presidenta de la comunidad debería pensar en una Andalucía oriental otra vez pintada de azul
Teodoro León Gross
Martes, 22 de diciembre 2015, 12:33
Antes de salir al templo de Wimbledon para disputar la final, los contendientes se topan en el dintel con aquellos versos de Kipling en los ... que se califica el triunfo y el fracaso como dos impostores. Sí, se gana o se pierde, pero otra cosa es la victoria y la derrota. En eso hay matices. Nadie duda que los 123 escaños del PP supone ganar sin ambages, pero ¿es un triunfo? Después de caer aún más que el PSOE en 2011, difícilmente. Y Podemos se queda en el tercer peldaño, ¿pero es un fracaso? Sus sesenta y nueve escaños con más de cinco millones de votos constituyen un hito. En definitiva la noche electoral deja un ganador, pero también una buena lista de triunfos y fracasos. Quizá el factor clave es la di-gestión de las expectativas. Eso es lo que dio al secretario general de los socialistas un aire casi eufórico, aunque con las horas se le habrán rebajado la sensaciones tras confundir el entusiasmo de sobrevivir al naufragio con un día de gloria.
La pérdida de la segunda plaza habría provocado directamente la muerte política de Snchz, incluso en la misma escalinata de Ferraz, como César en el Senado de Roma. Los temores en el PSOE a los idus de diciembre eran tan acentuados, que sólo salir indemnes del 20D ya les dio sensación de triunfo. Pero la realidad no es tan complaciente. Los socialistas suman 5,5 millones de votos y Podemos supera los 5,1; y esto supone que desde 2008, en dos legislaturas, el PSOE ha perdido la mitad de su electorado y tiene un rival a la izquierda frisando el sorpasso. Sí, no se pueden comparar al PP porque la izquierda está divida y la derecha va en régimen de monopolio, pero el Partido Socialista está desvaneciéndose sin renovación generacional. Los jóvenes han encontrado una alternativa. Sánchez puede exhibir que es el 'kingmaker', la figura clave en la sucesión en el poder, pero es un éxito envenenado: el gobierno de tres izquierdas más un nacionalista sería letal; pero dar el gobierno al PP también acabaría siendo su autocertificado de defunción. En lugar de win-win, es una jugada lost-lost. Todo es malo para ellos.
En realidad Sánchez, tras celebrar el exorcismo de los demonios de la tercera plaza con los militantes coreándole 'presidente, presidente', tiene más motivos para estar inquieto que exultante. Más allá de una mirada cortoplacista del recuento, en el PSOE todo análisis con cierta perspectiva pasa por la referencia del PASOK. El PSOE corre el riesgo de desaparecer con el cartel de partido regionalista del sur pobre: la cuarta parte de su electorado está en Andalucía. Susana allí no va a hacer ninguna maniobra de regate corto sin valorar la supervivencia del partido, porque sus ambiciones serían inútiles con el PSOE destrozado -y ha de pensar en una Andalucía oriental otra vez pintada de azul- pero sin duda tendrá la guadaña afilada desde la noche el 20D. El alegre Snchz sólo tiene augurios amargos.
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