El mirador

¡Aquí se insulta!

Proclamar la necesidad de respetar las buenas formas, y hacerlo llamándole «chulo de barrio», «payaso»…

Teodoro León Gross

Jueves, 17 de diciembre 2015, 12:25

«Bobo solemne», «acomplejado», «traidor», «inestable», «mentiroso» «inconsecuente», «manipulador», «sectario», «irresponsable», «grotesco», «hooligan», «frívolo», «cabeza de adorno», «zafio», y por supuesto «indecente» Todo lo que ... hay dentro de esas comillas son cosas que le han dicho al presidente del Gobierno, eso sí, no a éste sino a su antecesor. Zapatero tuvo que oír todo eso y mucho más, «indigno», «veleidoso», «cobarde» «débil», «chisgarabís», «perdedor» «insensato», y suma y sigue hasta «Mr. Bean». Todo procede de dirigentes del PP; esos mismos líderes ahora escandalizados ante el exabrupto de Snchz ante el que exclaman ¡aquí se insulta! con la hipocresía con que el capitán Renault decía ¡aquí se juega! en el casino de Ricks en Casablanca del que cobraba mordidas.

Publicidad

Vale, seguramente se trata de una pataleta calculada tras la derrota en el debate, donde Sánchez no construyó un discurso gubernamental pero sí se aplicó en desmantelar el planteamiento de Rajoy hasta dejarlo medio noqueado. Con todo, resulta raro que toda la tropa del PP saliera a proclamar a los cuatro vientos la necesidad de respetar las buenas formas, y hacerlo llamándole «chulo de barrio», «payaso» o «macarra», además, claro, de «ruin», «miserable» y «mezquino». Algo no encaja.

«No somos de insultar ni dividir» presumía Rajoy, jefe de Pujalte o Villalobos, en el fragor de la polémica. Sí, el mismo Rajoy capaz de llamar al presidente anterior «bobo solemne» o «cobarde sin límites» y no en el choque caliente de un debate electoral sino en el Congreso. Esta polémica resulta demasiado hipócrita como para tener credibilidad. Muchos ciudadanos que no comparten el matonismo verbal del debate tosco, aún estarán perplejos al comprobar que en la campaña apenas se ha debatido sobre la indecencia de los papeles de Bárcenas, o Gürtel, o Púnica, o los sms pero sí se debate sobre llamar indecente al responsable de esas indecencias. Parece de locos.

Indecencias, claro, hay de norte a sur, de los Ere a Pujol; y el fariseísmo, como la corrupción, no tiene siglas. Todo esto en definitiva es otro capítulo del y tú más. Cuando Zapatero era insultado, nadie salió a defender las buenas formas, al revés; por demás el PSOE ya tenía poca autoridad desde los días ásperos del No a la guerra cuando se llegaba a tildar incluso de criminales a dirigentes del PP. Y ya es una ironía que Pablo Iglesias; el mismo que ha llegado a protagonizar personalmente escraches a Rosa Díez, dé ahora lecciones de educación. Se puede hacer ironía mordaz e inteligente, pero aquí manda el sectarismo zafio por una razón obvia: el electorado aplaude los insultos, eso sí, siempre que sean contra el rival.

Nota bene.- Ayer la clase política reaccionó como hay que reaccionar tras la agresión al presidente. Sí se puede. Sencillamente no se suele querer.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad