¡Siete llaves al bipartidismo!
El lenguaje corporal de los candidatos de Ciudadanos y Podemos festejaba como un éxito el espectáculo
Teodoro León Gross
Miércoles, 16 de diciembre 2015, 12:11
El debate bronco del lunes sirvió para escenificar que el bipartidismo está atrapado, desde hace demasiado tiempo, en la lógica del 'y tú más' que ... ha servido de coartada para prolongar el deterioro moral de la partitocracia. De ahí no puede salir un programa regeneracionista. ¡Siete llaves al sepulcro del bipartidismo! clamaría Costa al ver esa escena goyesca de los dos a garrotazos hundidos en esta lógica política trasnochada. Como ceremonia para retratar la 'vieja política', ese pulso embarrado resultó demoledoramente gráfico; y el lenguaje corporal de los candidatos de Ciudadanos y Podemos festejaba como un éxito el espectáculo casposo -La Sexta logró superar a TVE y A3, y marcar el liderazgo al rojo vivo con ellos- con PP y PSOE tan envejecidos como el plató con el aire 'vintage' de los noventa para una política que parece encajar cada vez peor en el siglo XXI.
Rajoy es un viejo depredador parlamentario, con más trienios que Prim y grandes tardes de gloria; por eso cuesta creer que se dejara cazar así. Meses atrás ya perdió el oremus en el debate sobre el Estado de la Nación donde llamó 'patético' a Sánchez, espetándole «usted no da la talla... no vuelva por aquí», como si el Congreso fuera suyo; y ha vuelto a picar ante la provocación. Parece que la verdad ofende. Con todo, resulta insólito que se metiera en el charco de esos 18 minutos sobre corrupción. Quizá por soberbia como Nixon («hasta ahí hemos llegado, señor Sánchez») se revolvió exprimiendo el campo semántico ¡ruin, mezquino, miserable! Pero hay algo en lo que se equivoca: el problema no es que a Snchz le vaya a perseguir su reproche malencarado, sino que a él le persiguen los sobres a su nombre en los papeles de Bárcenas y sus sms.
El cara a cara del bipartidismo -después de que Sánchez fracasara en los debates con Rivera e Iglesias, y Rajoy huyera de ellos- acabó en refriega bitabernaria. Ahora se entiende que el presidente prefiriese hacer campaña en casa de Bertín o en el geriátrico de Maritere. Sostiene Calleja en 'ABC' que en esta campaña se está viendo al verdadero Rajoy; pero resulta extraño que se haya descubierto a sí mismo después de treinta años, cayéndose de pronto del caballo como Saulo camino de Damasco. Sencillamente ha disfrutado de una campaña facilona mientras la pelea estaba en la izquierda, evitando entrevistas duras y debates, sin afrontar la corrupción -segundo asunto nacional, tras la legislatura de Bárcenas, Gürtel, Púnica o Bankia- y sin oír que en España ahora hay menos trabajadores que al empezar la legislatura o se pagan más impuestos que nunca tras prometer lo contrario. Pero al final ha acabado a golpes en esa ciénaga donde el bipartidismo terminal lleva años haciendo equilibrios aferrados al 'y tú más'. Se le pusieron demasiado fácil a Albert Rivera para concluir con un «España se merece otra cosa».
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