Entre el miedo y las encuestas
El CIS identifica a 1,4 millones de indecisos sólo en esa franja donde el PP pelea con Ciudadanos
Teodoro León Gross
Lunes, 14 de diciembre 2015, 12:19
La campaña contra Ciudadanos y la estrategia del 'miedo' planteada por el PP parece estar funcionando, de creer la encuesta de ABC: el PP consolida ... su ventaja y Ciudadanos pasaría de pelear por el segundo puesto a medirse con Podemos por la cuarta plaza. Claro que eso es de creer esta encuesta. Con los sondeos sucede como con los principios según Groucho: 'si no te gustan, tengo otros'. Sigma Dos ha situado a Ciudadanos a 4 puntos del PP. Metroscopia, no lejos del triple empate. DYM se lleva al PSOE detrás de Podemos. Así que el PSOE puede ser segundo, tercero y hasta cuarto; aunque el CIS le garantiza sobradamente el segundo grupo parlamentario. No se puede saber hasta qué punto influyen las encuestas pero tampoco cómo sería esto sin encuestas, escribe Baudrillard. Son parte del guión dramático de la campaña.
Las encuestas son como los puntos intermedios de una contrarreloj: no dan resultados válidos para la meta, pero ya no cabe esperar vuelcos asombrosos. La noche del 20D parece definida: victoria del PP, que opera en régimen de monopolio sobre la derecha mientras la izquierda se divide en dos partidos. La mala campaña del PSOE, sin un liderazgo solvente de Snchz, ha facilitado una remontada de Podemos, certeros en la estrategia pero sobre todo con la ventaja de no estar en el punto de mira desde su caída en los sondeos; exactamente al revés que Ciudadanos, fustigado por todos ante su auge en el centro. No se pueden elevar las anécdotas a categoría, pero en dos eventos sociales de esta semana he visto multiplicarse votantes de Ciudadanos que confesaban ir a votar «con una pinza en la nariz, eso sí» -frase recurrente- al PP:
-Se trata de miedo -me decía un empresario-. Votar al PP con ilusión es imposible, pero el miedo es muy poderoso.
Hay que felicitar a los estrategas del PP. Mientras el PSOE fallaba, ellos han entendido donde podían hacerse fuertes. Una campaña bertinizada para huir de Rivera -con él no debate Rajoy porque sí tendría mucho que perder- y un objetivo claro: el miedo como aliado clave. ¡Nosotros o el caos! Claro que es una paradoja: un votante de Ciudadanos es alguien que ha llegado a rechazar el bipartidismo por la corrupción y el desprecio al regeneracionismo institucional; de modo que votando a Rajoy fortalece aquello que teóricamente aborrece. Pero el miedo, en efecto, es poderoso.
A pesar de todo, aún le queda una semana interesante a la campaña. El debilitamiento de los grandes partidos históricos fomenta, en toda Europa, electorados más volátiles y estrategias cortoplacistas de impactos emocionales. El CIS identifica a 1,4 millones de indecisos sólo en esa franja donde el PP pelea con Ciudadanos. En el sprint se mide la inercia real de ese regeneracionismo frente a la campaña del miedo con la pinza en la nariz. O sea, se vota entre el asco al pasado y el miedo al futuro.
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