No hay dinero
Detrás de los requiebros encantadores de la consejera sobre el Museo de Málaga están las arcas vacías
Teodoro León Gross
Miércoles, 2 de diciembre 2015, 12:28
Días atrás, al anunciar desde el Gobierno la entrega de la Aduana -clásico tachintachán de precampaña- quizá muchos no supieron interpretar la respuesta de la ... consejera. La jerga de la casta a veces se entiende mal. Esa neolengua, como la denomina Orwell, en definitiva sirve para impedir que la ciudadanía tome conciencia de la realidad. Por eso las palabras de Rosa Aguilar requieren una hermenéutica sutil. Y aquí va, ya completado, el trabajo de traducción:
Dice Rosa Aguilar: «Después de tanto tiempo que los malagueños han esperado para tener el Museo en la Aduana, las administraciones no tienen que buscar la controversia ni las confrontaciones. No se trata de correr mucho, sino de hacer las cosas bien».
Traducción: no hay dinero para el museo.
Dice Rosa Aguilar: «La Junta va a estar por el acuerdo, el diálogo y la cooperación institucional. Tendemos la mano».
Traducción: no hay dinero para el museo.
Dice Rosa Aguilar: «se ha concitado un acuerdo para colaborar y que el Museo se pueda abrir y hacer realidad el anhelo de Málaga. Tenemos la voluntad y la vocación de que en 2016 abra sus puertas».
Traducción: no hay dinero para el museo.
Todo el blablablá buenista de la consejera sólo consiste en ponerse de perfil. Mira que es fácil: «Se inaugurará en 2016». Pero cada una de sus frases adornadas de palabrería altisonante -consenso, anhelos, conciliación, diálogo, cooperación, voluntad- significa, en este contexto, 'no hay dinero'. Nada raro en el caso del Gobierno andaluz, con un tercio largo de población en el umbral de la pobreza, top continental de paro, la mitad de los jóvenes. Aunque en la Junta se resisten a aflojar su retórica de Reserva Espiritual del Estado del Bienestar, la realidad les supera. Así, un titular exhibicionista como campeones de la Dependencia acaba coincidiendo con otro sobre la falta de fondos para menores con down o con autismo. Se prodigan en actos sobre violencia de género, igualdad, sida, pero el ilusionismo verbal no sirve cuando se trata de invertir en saneamiento o centros escolares o en La Cónsula. Tanto más un gran museo. Detrás de los requiebros encantadores de la consejera están las arcas vacías. A corto plazo la Junta va a pactar con el Gobierno el proyecto museográfico para ganar tiempo y sacudirse la presión; pero antes o después sucederá como con el C4 de Córdoba (Centro Andaluz de Creación Contemporánea), sin inaugurar tras un año terminado. El Museo de Málaga es un monstruo de casi veinte mil metros; y tras el equipamiento y dotación de personal, su funcionamiento requerirá una cifra de aúpa. Su tamaño duplica al Museo Picasso, cuyo presupuesto es de diez millones. Apuesten que todo ese blablablá no se cumplirá. Todo ese vibrante compromiso con 'el anhelo de Málaga' significa, en neolengua buenista, no-hay-dinero.
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