EL MIRADOR

Votar Rector, hay que votar

La mayoría en los sondeos no parece motivada por los programas, sino por pulsiones personales

Teodoro León Gross

Jueves, 26 de noviembre 2015, 12:14

Con las elecciones a Rector sucede al revés que en las elecciones generales. En política, es difícil encontrar a quién votar; en cambio, en la ... Universidad, podrías votar a cualquiera de los tres candidatos sin más. Son perfiles lógicos, y es fácil tener alguna motivación para apostar por uno de los tres. Eso sí, más allá de la literatura del Rector como gerente de la mayor empresa de Málaga, con más de seis mil trabajadores, casi cuarenta mil estudiantes, cerca de trescientos millones de presupuesto. hay que desmitificar la púrpura. Spinoza ironizaba sobre quienes imaginaban a Dios como un gran Rector; así que mucho más quienes imaginan al Rector como un gran Dios. Se trata de hacer funcionar a los bedeles, los parkings, los suministros de los laboratorios, pero ante todo manda el BOE, y la autonomía de los departamentos o los grupos de investigación no da para la fantasía de un 'deux ex machina' que controla todo. Ese imaginario del Rector, penúltima autoridad en mayúsculas como el Papa y el Rey, precedido de Excmo y Magfco, es literatura. De hecho ciert@ Excm@ y Magfc@ me dijo una vez, desmitificando la pompa que perseguía al cargo: «¡pero si yo sólo gobierno a los bedeles y poco más!». Hay que quitarle retórica a su autoridad. Ser Rector te convierte en protagonista del Lunes Santo, que para alguno quizá sea suficiente, pero esta elección trata ante todo de gestión, no de la púrpura.

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Hoy seguramente el duelo a tres no se resolverá. La batalla entre Narváez, Aguilera y Pimentel dará para una segunda vuelta. Como en Buenos Aires días atrás, en alguna sede cantarán felices:

- Al balotaje, al balotaje .

En realidad, una gran maquinaria funcionarial siempre se presta al continuismo. Pero en la Universidad, como en política, puede aparecer el instinto de 'deselegir' formulado por Rosanvaillon: votar cambio, sea o no sea real ese cambio. De hecho, la mayoría sondeada no parece motivada por los programas, sino por pulsiones personales. En los trípticos de diseño hay más elementos comunes que divergentes. Ayer, leyendo las últimas entrevistas, Narváez confesaba que su película favorita es 'Amanece que no es poco', sin duda un gran motivo para confiar en alguien. Aguilera, a cambio, se retrataba como el único que ha trabajado alguna vez para la empresa privada, más allá de los minifundios del saber. Pimentel, aparte del prestigio de su cátedra, tiene la ventaja de ir como tapado; y si Billy Wilder decía que el mejor director «es el que te hace pensar que él no está ahí detrás», quizá suceda lo mismo con un rector. Claro que esos no son motivos convincentes para el voto en una gran Universidad fuera de los rankings mundiales que no logra ejercer un liderazgo intelectual. Así que más vale evitar la tentación creciente en política: el escepticismo. Hoy toca afinar el instinto crítico.

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