Podemos ha distribuido por Telegram a los suyos su 'dress code', reglas de vestuario para la presentación de sus candidaturas: «Es necesario traer ropa lisa ( ... nada de estampados) y colores vivos. No se podrá venir vestido de color negro, ni blanco». Todos se ajustaron al guión, ni novias ni góticos: Pablo Iglesias vistió su clásica camisa azul, quién lo diría, y también Errejón; el general Rodríguez, un cárdigan borgoña, tipo guerra de Crimea, muy propio; la guineana alicantina Rita Bosaho, de mostaza étnico; Tania iba de malva, color muy principesco, sin ser una malva; por allí quedaba el tono hueso, claro, de Bescansa... En definitiva la lógica del 'dress code' es simple: evitar las sorpresas. Si en ciertas ceremonias se exige etiqueta para impedir frivolidades, Podemos exigía esto no fuese a aparecer alguien con un estampado Burberry, como Varoufakis, y les jodiera la foto; o camisetas con mensajes ideológicos del pasado presocialdemócrata inapropiado para el Marketing Team.
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La irrupción de C's y P's ha acabado también con la pasarela gris del bipartidismo. Los cambios a veces se anuncian así. El viejo Camba escribió sobre la decadencia de la República en un artículo titulado 'sinsombrerismo', donde lamentaba su pérdida: el sombrero sirve para expresar respeto, pero se hace inútil cuando el respeto ya se ha perdido. Camba veía ya venir el sinchalequismo y preveía el sincorbatismo. Ahora, claro, toca el sinchaquetismo. El pulóver manda en Podemos, y hasta la camiseta piyama, pero apenas hay alguna vergonzante americana. En las primarias del PSOE, Sánchez y Madina ya pleiteaban en mangas de camisa, sin duda inspirados por Obama, el hombre que mejor se remanga del planeta -y además dice «hay que arremangarse» en los mítines- aunque Esquire situó sus americanas en el Top1 de elegancia. Muchos lo han imitado, sin éxito, como Rajoy, que no se quita la corbata ni para pedalear, o con éxito David Cameron, para rebajar cualquier ringorrango pijo de etonian.
Hay tipos cuyo discurso se impone a su estética; pero, como dice la autora del libro 'Política y Moda', Patrycia Centeno, «cuando no hay ideas, queda la imagen». De Varoufakis ya se ha olvidado su programa económico, pero no su estampa con la camisa por fuera bajo la cazadora frente al 10 de Downing Street. Evo Morales definió su programa con un jersey de alpaca. Al menos a Podemos, con ese vestuario, no se les podrá acusar de 'cambiar de chaqueta' como se decía en las guerras de religión de la Francia del Renacimiento, cuando los calvinistas, de blanco, y los católicos, con cruces rojas en las casacas, volteaban las prendas para engañar al enemigo. Eso sí, sólo porque no usan chaquetas. Por lo demás, en Podemos ya es más reconocible su 'dress code' que su programa.
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