EL MIRADOR

Narcisismo ridículo

Al alcalde de Málaga le ha ocurrido con Málaga Valley como a Tuntankamontes con su columna

Teodoro León Gross

Martes, 3 de noviembre 2015, 12:39

El exalcalde de Torremolinos anda reivindicando su legado lastimeramente como aquellos monarcas destronados sobre las ruinas del imperio austrohúngaro, sin comprender la lógica democrática del ... relevo; y ahora ha equiparado su monumento al turista con la columna de Nelson en Londres. No hay por qué dudar que estuviera sobrio. Freud ya apuntó que la idealización está vinculada al narcisismo; cuando uno tiene una imagen excelente de sí mismo, tiende a tener una imagen excelente de todo lo que lleva su sello. Así que Tutankamontes, apodo faraónico del exalcalde Fernández Montes, ve su columna como una pieza memorable, algo entre Fidias y la corte de Napoleón. El narcisismo le impide ver que esa pieza donada por un ladrillero condenado en Malaya, por mal nombre Sandokán, es un bodrio cuyo único valor es ser la pieza fundacional del estilo 'grecolladró'. Aquella obra provocó sensación, sin duda, y el eco de las risas aún se puede oír al pasar por allí. Con una base de esfinges (leones alados de inspiración nabucodonosoriana, ¡qué menos, ya puestos!) y cálices votivos, se levanta veinte metros hasta un capitel sobre el que dos delfines tipo aquapark sostienen a una turista medio en bolas que no desentonaría en ningún puticlub. Se trata de una pieza excepcional, sin duda; excepcionalmente cómica. Y parece tener poco que ver con la gran columna de Nelson en Trafalgar Square, frente a Pall Mall, sobre los plafones de cuatro victorias grandiosas -Trafalgar, Nilo, Copenhague y Cabo de San Vicente- y un capitel corintio de bronce de sus cañones fundidos. A menudo las comparaciones son odiosas; otra veces son sencillamente ridículas.

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La idealización es, desde luego, una patología política. Se trata de algo que va más allá del marketing y la propaganda, eso que lleva a Rajoy a sostener que él es 'lo mejor que le puede pasar a España' o a Susana a proclamar que Andalucía es la reserva del Estado del Bienestar. Esto son consignas dictadas por asesores áulicos, y no es difícil imaginarles con su equipo de campaña preguntando ¿y no provocaré risa? La idealización, por el contrario, emana del convencimiento. La psicología apunta a un mecanismo de defensa para interiorizar el éxito. Al alcalde de Málaga le ha ocurrido con Málaga Valley. Mientras él hablaba de esto como un trasunto de Silicon Valley, un espléndido granero de talento y prosperidad con tecnología punta, el balance real al cabo de una década es un puñado de fotografías a razón de casi 200.000 pavos anuales de las arcas públicas, sin rendir cuentas, y poco más. Siempre parece faltar, al lado del político, un asesor que le diga la verdad -como el viejo lictor que acompañaba al emperador triunfal en Roma soplándole al oído 'recuerda que eres mortal'- en lugar de la corte de pelotas que alimentan su vanidad. Después pasa lo que pasa, de éxito en éxito hasta el glorioso ridículo final.

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