Rajoy no mandó parar
El escenario se prestaba a algo más que una declaración presidencial meliflua de lugares comunes
Teodoro León Gross
Miércoles, 28 de octubre 2015, 12:18
El caso es que no 'llegó el presidente y mandó parar', como el comandante en la canción de Carlos Puebla, aquella oda a Fidel bajo ... un lema: con él se acabó la broma. Aquí la broma de Cataluña va seguir, eso seguro. La comparecencia de Rajoy, tras el pacto independentista para desconectarse de España con un 47% de votos, solo fue el mismo blablablá habitual desde las vísperas del 9-N, el mantra de 'todos los mecanismos del Estado' más repetido que el chorizo cancerígeno. El énfasis en «Mientras yo sea presidente.», como si se tratara de un acto de campaña, le rebajó solemnidad institucional más allá de su lectura pastosa, con un arranque tipo Pepe Isbert en 'Bienvenido Mr.Marshall': «Como presidente vuestro que soy, os debo una explicación y esa explicación os la voy a dar». Difícilmente pudo impresionar a nadie, y desde luego nada a los maniobreros desleales que llevan tiempo desarmando España concienzudamente.
'Visca la República Catalana', había clamado Forcadell en el Parlament como quien grita eufórica en un taberna '¡Esta ronda la pago yo!'. Eso fue horas antes de que Rajoy apareciera en televisión, en un espacio diseñado a su medida con preguntas por plasma (¿Por qué no llamar a ese programa directamente 'Así se las ponían a Fernando VII'?) para no decir, una vez más, nada. Forcadell, la santona laica de Junts, bendijo la ruptura aupada por los podemitas de Colau y sus Meonas, que no han dudado en traicionar a su electorado casi tanto como Baños, y eso mientras doscientos policías levantaban las alfombras del Clan Pujol -uno de esos clanes mafiosos familiares que, como los Kirchner, hacen suya una administración- en la ciénaga del nacionalismo convergente. El escenario se prestaba a algo más que la declaración presidencial meliflua de lugares comunes.
Ante un proceso que es técnicamente un golpe de Estado, de hecho 'un golpe de Estado a cámara lenta' como lo definió Guerra, Rajoy nunca ha dado la talla. La ruptura lleva meses progresando, y el presidente lleva meses sin moverse. Parece que su plan es no tener plan; y volvió a demostrarlo en la cita del lunes en TVE -'Entrevista con un vampiro', con permiso de Anne Rice: un muerto político que se resiste a pasar al más allá- donde ya rehuyó el art.155. Su única obsesión es repetir 'soy lo que le conviene a España'. Eso sí, la gran opinión que tiene de sí mismo no se refleja en las encuestas, donde se deja no menos de cincuenta escaños; y la audiencia le dio la espalda, con un share del 11,5%, la mitad que Rivera/Iglesias. Sí, Rajoy ganará el 20-D, y con eso puede pensar 'los muertos que vos matáis gozan de buena salud' como el Tenorio apócrifo, pero más allá de la batería de medias verdades económicas, ha vuelto a demostrar un tacticismo timorato con Cataluña. No es fácil de entender, salvo que él mismo ya asuma que hay que hacer campaña por Ciudadanos.
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