¿Y ahora qué? Pues JuntsPelSíoSí
Que la derecha catalanista acabe en semejante trinchera bananera es la penúltima ironía del 27S
Teodoro León Gross
Martes, 29 de septiembre 2015, 12:38
Ya es una ironía que Mas se quedara a un 3% de la mayoría; ese margen que siempre les ha resultado tan sencillo conseguir. En ... clave plebiscitaria supone una derrota sin paliativos -para desenlace ajustado, aquello de Quebec en 1995 que se resolvió 50,6% vs 49,4%- pero la batuta de Cataluña va a seguir en manos del mismo director de orquesta con la misma matraca como partitura: in-de-pen-den-tis-mo. La combinación de adoctrinamiento, agit-prop mediático, el malestar de la crisis y el Factor X ha permitido aproximarse a la victoria, y no van a frenar en nombre de ninguna convención democrática. La realidad tendrá que seguir esperando. De JuntsPelSí a JuntsPelSíoSí. El próximo mandato con un gabinete de locos en deuda con las fuerzas anticapitalistas de la CUP -ya animan a incumplir las leyes españolas, salvo, claro, la ley española que les hará diputados- sólo puede tener un eje común: el derecho a decidir, y además con el apoyo podemita de Colau también partidaria de llevar a Cataluña fuera de la ley con la naturalidad de Mamá Dalton. Que la derecha catalanista acabe en semejante trinchera bananera es la penúltima ironía del 27S.
En Gerona y Lérida, el independentismo gana de largo con cifras que ya van por el 65%; en Tarragona está al 49%, y sólo el entorno denso de Barcelona supone un foco de resistencia. Esto va a requerir, como admitía Rivera, una estrategia inteligente. Exactamente todo lo contrario de lo hecho por Rajoy hasta ahora, desentendido del volcán como si eso bastara para sofocarlo. Ese es el Factor X. Va de suyo que culpar a Rajoy del independentismo, tras décadas de inercia, resulta ridículo; él sólo es la última coartada, como antes el Estatut, el concierto o el café para todos. Pero al Rey Pasmado de Génova sí se le puede reprochar la desidia, aferrado al argumentario del miedo. Es torpe vender la Ley como amenaza en vez de salvoconducto de la prosperidad. No aprendió de su campaña electoralista de firmas contra el Estatut vendiendo 'Cataluña nos roba' sin matices, que dio margen a Mas para incendiar Cataluña con su 'Espanya ens roba'. No se trata, en fin, de entreguismo sino de hacer política. Pero Rajoy, que llegó al poder por el hundimiento estrepitoso del zapaterismo, acumula fracasos: su dedazo personal naufragó en Andalucía, su dedazo fracasó en las europeas, sus dedazos fracasaron en las municipales, y el dedazo de Albiol petó en Cataluña. En toda la serie hay un hilo conductor: los dedazos de Rajoy.
Aquí no hay equidistancia, pero sí un problema: Mas desafía la ley y Rajoy no inspira confianza ante ese desafío. De aquí a dos meses pueden ser jubiletas, pero también mantenerse como reyes del tablero entre los peones de una izquierda errática. Mas es 'audaz' antes que 'astut', y no dudará en seguir quemando la concordia social; y Rajoy estará a verlas venir tras quedarse por 'autodedazo'. Pinta a más de lo mismo.
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