La autoelección de Heredia
En el PSOE dan mucha matraca narcisista con sus primarias, aunque a menudo estén manipuladas
Teodoro León Gross
Jueves, 24 de septiembre 2015, 12:37
Días atrás, se publicó que Miguel Ángel Heredia encabezaría la lista del PSOE. En esa gran noticia, al menos para el PP, destacaba un pequeño ... detalle curioso: aún no había comenzado el proceso de votación. Dadas las circunstancias, se podría pensar que Heredia tenía cualidades visionarias, como mínimo equiparable a la Bruja Lola o Sandro Rey. Pero después de tantas derrotas electorales, no parece que lo suyo sea la bola de cristal. Más bien Heredia, sencillamente, sabía que él sería el nº 1, sin más, y no tuvo el recato de aguardar. Para sacar esa conclusión no había utilizado un algoritmo prodigioso, claro, sino algo más elemental: el mecanismo de elección estaba diseñado para que ése y sólo ése pudiera ser el resultado. Aviso a navegantes.
La mecánica es muy simple. De hecho, hay trucos más complicados en el pack infantil de Magia Borrás. Se le vende la lista en bloque a la militancia, buscando el voto por asentimiento para que no pueda descabalarse el orden establecido. De ese modo, aunque Heredia no sea el candidato preferido, acaban todos con el mismo número de votos. Con ese cómputo no se puede perder. Aun así, algún militante díscolo ha logrado, como en El Palo, sacar una urna y derrotarlo. Pero eso queda en mera anécdota. Mañana será proclamado nº 1 al Congreso.
En el PSOE se han acostumbrado a los procesos democráticos poco democráticos. Nada raro, salvo porque ellos dan mucha matraca narcisista con sus primarias, aunque a menudo estén manipuladas al servicio del candidato oficial. No es extraño que la militancia, o lo que va quedando de ella -estos días se ha publicado que de 9.000 cae ya a 2.000- sienta un entusiasmo perfectamente descriptible. De los cuatrocientos militantes del Centro, apenas fueron a votar veintitantos según los testigos, y no mucho más en Carretera de Cádiz, en El Palo poco más de cuarenta. De hacer público el dato de votos, resultaría ridículo. Para evitar el bochorno, hay una pequeña trampa más: en cada agrupación computan todo el censo.
No hace mucho, un dirigente se marchó con un portazo reprochando a Heredia «falta de democracia interna, actitudes dictatoriales, pensamiento único, falta de transparencia y ausencia total de diálogo y autocrítica». Éste no se inmutó. Le va bien así. Lleva años, por cierto jalonados de derrotas, desde que reemplazó a Bustinduy con 'el clan de los catetos' frente al sector ilustrado de Arcas o Josele, y ya no hay sector crítico. El PSOE, lejos de su tradición secular de pluralidad, se ha convertido en un rebaño adocenado. El secretario de Organización califica la candidatura de Heredia de 'renovación', aunque ya haya un par de promociones de universitarios que no habían nacido cuando él llegó al Congreso. Que se supiera de antemano que era el nº 1 de la lista antes de votarse es, si bien se mira, perfectamente coherente.
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