El lumpenpolítico
El problema no está en percibir tres mil euros, sino percibir esos tres mil sin más mérito que el carnet
Teodoro León Gross
Martes, 22 de septiembre 2015, 12:49
Ayer el ala podemita de Málaga no tuvo éxito reclamando otra bajada de sueldo a los concejales del 20%. Aun así, en la plaza pública ... sumarán simpatizantes, provocando la furia del mentidero: «¡Estos mangantes siempre se ponen de acuerdo para no tocarse el sueldo!». No es así, pero en el ritual de la indignación política, la demagogia de la retribución es un fijo, como si la clase política fuese una banda de atracadores curtidos en saquear el presupuesto del Estado. Es injusto transmitir la imagen falsa de sueldos choriceros, pero además es un error. Eliminar los privilegios de casta -vuelos en business, bonos de viaje privados, gadgets de valvulina, pluses arbitrarios- no pasa por convertirlos en parias por nómina. La clase política convertida en 'lumpen amateur' sólo puede empeorar. No es que la dignidad emane del sueldo; pero un sueldo miserable sí traería indignidad.
Claro que hay abusos. Y es vital la disciplina crítica sin bajar la guardia. La página de Sueldos Públicos publica cotidianamente titulares cabreantes... pero más allá de algún alcalde descarado como Rita Barberá, los tumores surgen entre los arribistas y saltatumbas que pululan alrededor del circo político. Ayer mismo los 115.000 del capo de la tele de Aragón, o los dos millones de la Diputación de Barcelona en asesores. Pero ser concejal o diputado no es jauja. En el Ayuntamiento de Málaga, con dedicación exclusiva, cobran de dos a tres mil euros y una extra. No da para el chundachunda de la bicoca. Y es legítimo que Podemos ponga a los suyos un tope del triple del salario mínimo interprofesional donando el resto al partido, va de suyo, pero eso no hace ilegítimo cobrar la nómina. Dos o tres mil euros no convierten a nadie en sanguijuela. Hasta la modernidad, el político no cobraba, de modo que sólo los ricos podían dedicarse a esto; fue una conquista que cualquiera pudiera participar con retribución. Eso es de 1.º de Democracia.
La amenaza de la clase política no es su sueldo, sino la mediocridad. El problema no está en percibir tres mil pavos, sino percibir tres mil sin más mérito que ser un 'aparatchik' de la fiel infantería del aparato. En definitiva, un buen concejal está mal pagado, y un mal concejal bien pagado. Los ciudadanos deberían salir de la atonía y forzar a los partidos, con su voto, a elaborar listas dignas difundiendo sus méritos. Y estaría bien imponer el modelo USA de 'hearings' con una audiencia pública para examinar el curriculum de los candidatos a cargos públicos. En España, muchos salen del Congreso sorprendidos por no haber sido interrogados sobre su méritos, sólo sobre su carnet. Eso es típico de Españistán. Y también lo de no evaluar los resultados. Se puede fichar con buen sueldo a un gerente -como en Promálaga o Palacio de Ferias- pero no mantenerlo si sus balances son pésimos. En definitiva: elevar la categoría, no bajar los sueldos.
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