Trini o la ejemplaridad
En política ya no sirven los discursos altisonantes, porque las palabras están de hecho muy gastadas
Teodoro León Gross
Lunes, 21 de septiembre 2015, 13:04
La ejemplaridad pública no es una vacuna retórica, aunque a menudo se use en el blablablá político como placebo. El concepto revitalizado por Gomá ... en su tetralogía remite a una forma de actuar: no basta con cumplir las leyes escrupulosamente; hay actitudes morales para elevarse sobre la vulgaridad. La limitación de mandatos no es una norma obligatoria; pero Aznar ganó credibilidad al autolimitarse, como otros acaban desacreditados por no saber parar a tiempo. Precisamente porque la influencia orgánica se usa para 'comprar' cargos -ahí están Celia Villalobos, Gabino Puche y otros dinosaurios con más trienios que Caronte- se aprecia el valor del gesto de Trinidad. Siendo un activo socialista siquiera por su cartel amable en el campo de batalla de la crispación, no le resultaría difícil apañarse otra vez el escaño. Hay que celebrar que haya escogido el mensaje de 'no toda la vida en política' .
El descrédito de la actividad pública no puede conducir, como defiende brillantemente Innerarity en 'La política en tiempos de indignación', a la hoguera sino al rearme moral. La política es necesaria. Resulta inútil usar lo sucedido desde el 15M para un aquelarre colectivo contra esa 'casta' a la que se niega la capacidad de representar a la ciudadanía. «La regeneración democrática pasa por hacer la política de otra manera» como ha escrito Innerarity. Ya no sirven los discursos altisonantes, porque las palabras están de hecho muy gastadas. Toca cambiar la forma de hacer política. Y la única forma de dignificar colectivamente la política es dignificarla individualmente. Por eso el gesto de Trinidad Jiménez, si no lleva acompañado un retiro dorado de puertas giratorias, va por el buen camino. Como escribe Tennessee Williams en 'Camino Real', «Hay un momento para irse, aun sin tener un buen sitio al que ir».
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