Tururú
Era lógico inaugurar la campaña con la kermés folclórica de la Diada, paroxismo de ese bucle sentimental
Teodoro León Gross
Miércoles, 16 de septiembre 2015, 12:28
Artur Mas ha explicado a su electorado el voto del 27-S. Ante la tesitura histórica de romper la vieja nación española dinamitando la legalidad ... y llevar a Cataluña al abismo del extrarradio de Europa, Mas concretó: 'el 27-S se vota sí a la independencia o tururú'. Parece coherente, al menos para el infantilismo al uso en la lógica secesionista. Sin llegar a decir 'el 27-S se vota lerele o tururú', se le entendió. Kant identificó la Ilustración, hace dos siglos, como la mayoría de edad del ser humano: el tiempo de la razón. Esa suerte de infantilismo nacionalista, por el contrario, emana de un discurso destilado en el territorio emocional de la irracionalidad. ¡Conquistar la libertad!, clama este Braveheart de cartón piedra con tratamiento de Molt Honorable, sueldo público, Boletín Oficial, mayoría parlamentaria, lengua dominante, cultura mainstrean, televisión a su servicio... en fin, resulta bastante ridículo su discurso de población oprimida, pero ahí están, ¡Freedom for Catalonia! levantan las pancartas en el minuto 17:14 del Nou Camp con esa escenificación de emociones primarias ajena por completo a la razón. Estratégicamente era lógico inaugurar su campaña con la kermés folclórica de la Diada, el paroxismo de ese bucle sentimental. El vídeo para adiestrar al público ante la macroperformance del 11S resultaría infantil incluso en un 'kindergarten'.
La simplificación del discurso secesionista resulta cada vez más elemental. Ahora Artur Mas propone la lógica maniquea de 'independentistas vs ultraderechistas'. Sí, a eso se le puede denominar, como hace Javier Marías, 'zafiedad intelectual'. En definitiva no pasa de ser como aquel franquismo de la Plaza de Oriente: ¡Ellos tienen ONU pero nosotros tenemos Dos! Ese es el nivel de los Romeva, Forcadell, Mas y Junqueras: dar a elegir entre ser facha o votar sí. No confrontan secesionista y constitucionalista, o incluso separatista y unionista, sino ultraderechista o independentista. En definitiva es material ideológico para niños. De ese modo, claro, resulta fácil colar una candidatura de semicomunistas, turbopopulistas, neocons, tardoantifranquistas y chuscoliberales sin programa. Es como aquel pobre alcalde rojo de un pueblito malagueño que convocó un referéndum entre 'Neoliberalismo y Humanidad' para proclamar, claro, la derrota del neoliberalismo. La inconsistencia es tal que Romeva fue a la BBC y el entrevistador lo devolvió vapuleado -vale la pena verlo en youtube- por no asimilar conceptos democráticos elementales. El número uno de Junts, con fino acento inglés, demostró que Xenius tenía razón: «se puede ser bobo en dos idiomas». El maniqueísmo inmaduro de buenos catalanes o fachas es la última clave irracional, como tantas ficciones -de la nación medieval a las balanzas fiscales- que envuelven el señuelo de un país «nuevo, mejor y más justo». En definitiva, 'votar sí o tururú'.
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