El entierro del andalucismo
El PSOE supo patrimonializar el referéndum del 28F que la derecha trató de abortar con deslealtad
Teodoro León Gross
Lunes, 14 de septiembre 2015, 12:21
Es inexacto decir 'el andalucismo ha muerto', aunque esa idea se repita estos días con la disolución del PA. En realidad el andalucismo ha sido ... enterrado, pero muerto, lo que se dice muerto, ya llevaba largo tiempo. Ahora sólo se ha producido la inhumación del cadáver político, que se conservaba congelado en algunas instituciones locales y en la memoria sentimental de la Transición. El andalucismo se asfixió cuando el PSOE supo patrimonializar el referéndum del 28F que la derecha trató de abortar con deslealtad en una campaña torpísima de efecto boomerang. El PSOE, al absorber la energía histórica de cambio y dignidad desembalsada entre 1977 y 1978, arrasó en las primeras elecciones autonómicas, superando el 50%, mientras los andalucistas apenas frisaban el 5%, lejos de AP, UCD e incluso PCE. Ya nunca habría esperanza real.
El hecho diferencial andaluz en la Transición es que no necesitaba la exaltación de ningún hecho diferencial, sino más bien sacudirse el caudal insoportable de tópicos casposos cuajados por el romanticismo y aprovechado por el franquismo al asignar al sur el papel de 'tablao de España' para el cante, el baile y el chiste (¡Andalucía, la que divierte!) mientras los indicadores de desarrollo se mantenían en niveles tercermundistas. Y el PSOE acertó a catalizar 'el orgullo andaluz' con el discurso de la dignidad y la igualdad, beneficiándose después de lo que el sociólogo Pérez Yruela formuló como 'paradoja de la satisfacción': la conciencia de progreso del pueblo andaluz neutraliza el sentido crítico contra el poder, facilitando al Partido Socialista su hegemonía de tres décadas largas a pesar del lastre de la corrupción y el fracaso de la convergencia.
La ironía del 11 de septiembre ha sido ver al andalucismo entregando su propio certificado de defunción mientras el catalanismo celebraba su macroperformance. Pero en Andalucía no hubo nunca mimbres para un partido regionalista burgués, como en País Vasco o Cataluña. De hecho el andalucismo procede del antifranquismo de los sesenta, Compromiso Político por Andalucía, después Alianza Socialista de Andalucía, después Partido Socialista de Andalucía, después Partido Andalucista, con el espacio ahogado. Al retirarse de la política, Rojas Marcos escribió un interesante alegato, 'Contra el letargo andaluz', lamentándose de la comunidad «aletargada, subsidiada por quienes la quieren inactiva, enganchada a los fármacos de la dependencia y ensimismada por sus privilegios naturales, mientras el progreso material y social le pasa de largo». Su diagnóstico de los trenes perdidos de la modernidad era certero, incluyendo la casta de la que él mismo fue parte hasta mercadear la alcaldía de Sevilla con el PP a costa del disparate olímpico, y después con el PSOE a costa del Metro. El andalucismo ya estaba muerto, pero ahí acabó todo. Desde 2004 ya no volvió a ganar escaños. DEP.
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